Nicolás Durán de la Sierra
El Minotauro
A la vuelta de la esquina
Hace poco más de una semana, la nación por entero recibió una dura enseñanza por parte del crimen organizado. Guadalajara, una de sus ciudades más importantes por población y dinero, por varias horas fue secuestrada por una banda delincuencial que bloqueó sus vías de acceso, incendió gasolineras, bancos y automotores, antes de ampliar la ola de violencia a carreteras de los estados vecinos.
No he de referirme aquí a las lamentables muertes que se dieron durante la cruenta jornada, ni siquiera de las pérdidas materiales, que fueron cuantiosas y que incluyeron hasta un helicóptero militar; tampoco he de abundar en el descalabro que sufriera el Estado Mexicano a manos del cártel ‘Jalisco Nueva Generación’ ni aun de lo que la agresión augura para el futuro cercano, que de ello se ha dicho mucho.
Más allá de todo ello y hasta de lo pudiera añadirse en lo que toca a las razones y sinrazones de la escalada criminal, una de la enseñanzas que dejó el secuestro de esta ciudad no sólo a su propia población sino del país por entero, es que nadie está a salvo de la expansión de la violencia del narcotráfico ni de su influencia y sus efectos, por más que el individuo se encuentre lejos de cualquier actividad delincuencial.
Lo sucedido en Guadalajara, el miedo que generó y genera todavía, dice o debe decir que ya no son válidas razonamientos tales como “los crímenes sólo ocurren entre ellos” o “lo mejor es no tener nada que ver con el narco”, pues la violencia tocó a la puerta de las casas de miles de ciudadanos ajenos al tráfico de drogas. No perdamos de vista que, por varias horas, la capital de Jalisco quedó a merced de la delincuencia.
No perdamos de vista, tampoco, que el temor vivido en esta ciudad del occidente mexicano es igual al que hace unos años se vivió –se vive- en estados norteños como Tamaulipas, del que miles de familias hubieron de emigrar a causa del narcotráfico. En aquella entidad el censo de pueblos fantasma no ha dejado de crecer y lo peor es que de esta grave derrota del Estado, hoy por hoy, ni siquiera se alcanza a ver la recuperación.
No se busca aquí generar temor entre los ciudadanos como usted o el que escribe, que somos meros ‘convidados de piedra’ en un conflicto que, tan sólo por el armamento utilizado, dejó de ser menor y ahora se extiende casi por toda nuestra geografía, sino abonar hacia una conciencia mayor respecto del peligro del narcotráfico y sobe todo, de cómo éste socava las estructuras del país, de nuestro país.
Claro que debe privar el sentido común que contienen las frases ya citadas, que ciertamente lo mejor de los dados es no jugarlos, como dice el adagio, pero al mismo tiempo debemos tener una más amplia conciencia respecto de este flagelo y de cómo afecta nuestra vida comunitaria. Ni Tamaulipas ni Jalisco están muy lejos y, para los más de nosotros, la violencia puede estar a la vuelta de la esquina.
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Dejado atrás el doble duelo por los óbitos de Günter Grass y de Eduardo Galeano, aunque con modorra, la cotidianidad ha vuelto al laberinto. Cual se dijo en la pasada entrega, Marilyn Calipigia sólo pudo resistir dos jornadas del taurino amor de El Minotauro, por lo que la faena completa del luto (cuatro rijosas noches sobre negras sábanas de satín) la cubrió Ariadna, quien no pudo alzarse orejas y rabo por la firme oposición del Héroe.
Eso de alzarse con orejas y rabo nunca lo pretendió el ama del minúsculo serrallo, que ella y la cubana no hacen multitud, pero la figura es lucidora, ni duda cabe. En realidad sí que hubo alzamientos, pero no fue de orejas. Mas dejando tales lances, el caso es que el día a día volvió de nuevo al dédalo: el Ícono del Egeo a sus lecturas, Ariadna a la gratificante labor de incordiar a Marilyn y ésta, a su vez, a fastidiar a Teseo.
Pero tal placidez, como es costumbre, no habría de durar mucho pues, como también es costumbre, la cubana poco o nada la sobrelleva. A ella no le va el sosiego ni por juventud ni por naturaleza y menos aún luego de que, en la revista Rostros, celebre entre la gente cool, hallara un nuevo look para vestirse, un estilo que, de menos, causaría furor en Creta. Ahora quiere ser charra mexicana, ni más ni menos.
Resulta que en el magazine de sociales, la sílfide descubrió el reportaje gráfico ‘La Boda del Año’ en Chiapas y los arreos del galán la dejaron estupefacta, maravillada. No hubo duda en su femenina lógica: “si el chulito maquillado luce así; yo, con esa chaqueta y ese sombrero, con mi figura y mi salero, luciría divina”. El vestido de la novia, por cierto, no llamó su atención. “Tengo una prima que se casó tres veces y siempre de blanco…”
Para quienes se interesen en la genealogía de la caribeña, conviene aclarar que la citada prima no es hija de la tía ciega de Marilyn, la que por congruencia revolucionaria vive en Ciego de Ávila, sino hija mayor del hermano menor del padre de Marilyn, aquel que, congruente con sus propios intereses, decidió irse a vivir a Tampa porque en Miami se sentía como en La Habana, y porque estaba hasta las narices del boniato y la malanga.
Empero, el caballero no debe ser juzgado con apuro, que muchos son los isleños que alucinan estos tubérculos, pero el menú cubano no es muy amplio. No obstante, para el sabroso guiso Gallina al Ajiaco son ineludibles. La textura que brinda esta suerte de camotes adoba bien la carne de cerdo y el tocino, y no pierde… Pero nos alejamos de la moda charra que tanto ha gustado a la cubana.
Como de seguro dedujo el lector, la tal ‘Boda del Año’ fue la pactada entre don Manuel Velazco, gobernador de Chiapas y joven promesa del modelaje andrógino, con doña Anahí Puente, otrora brillante estrella televisiva que, en generoso alarde, dejó los escenarios para atender, como “primera trabajadora social’ a los millones de miserables que apena si subsisten en una de los estados más pobres del país.
Tan profundo es el compromiso de la artista con el pueblo que la adoptó, según agradece ella entre lágrimas, que renunció a su honeymoon para socorrer a las comunidades indígenas de Chiapas. Cierto es que con don Manuel es difícil que la tuviera, pero lo que cuenta es el gesto. En la intimidad pueden modelar vestidos o jugar a mamá y mamá, o divertirse con cualquier otro raro pasatiempo, que esos momentos son suyos.
Además, por si fuera poco, la Sarah Bernhardt del grupo musical RBD de Televisa, en su carácter ya de Sor Anahí de las Casas, declinó realizar su ansiado viaje de bodas, en el que irían a London, of course, para ver face to face la ‘casa blanca’ de doña Isabel II, o Buckingham, pa’más señas. “Eso de andar de atendedora de indígenas pobres, no es tan fácil”, se dice. Se le aclara que en Chiapas no hay indígenas ricos.
Bueno, dentro poco, de seguir las cosas así, la miseria se extenderá por todo el país, donde según el Banco Mundial, la pobreza alcanza a 61 millones de mexicanos y la mitad de ellos están en la pobreza extrema, es decir que no pueden acceder a la canasta básica. En los últimos treinta años casi se duplicó el número de pobres, pues en 1984, de manera oficial, se tenían registrados 39.8 millones de menesterosos.
Según análisis de este banco, con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, la expansión de la miseria en México se dio casi a la par con el disparo de los niveles de corrupción oficial y privada, que por lo general se presentan de manera simultánea y se retroalimentan. Para Transparencia Internacional, México está entre los países más corruptos del mundo.
Con independencia de que estos informes puedan resultar un tanto exagerados o que el manejo de las cifras acaso fuere tendencioso, resulta innegable que las corrupciones política y privada ha crecido de manera exponencial y están enquistadas en todos los niveles sociales. Sus efectos los vive la mayoría de los mexicanos que vemos como, día a día, cae nuestra calidad de vida y como crece la delincuencia común.
Pero de nuevo nos alejamos de la moda charra, o mejor, de la dulce semblanza de doña Anahí. En realidad la labor de la artista inició hace tiempo, al inicio de su romance con el rorro Velazco. La salud le preocupa tanto que ya se obliga a las y los indígenas –ole- a bañarse antes de ir a los mítines del Partido Verde, pero no con jabones perfumados pues ello atenta contra sus usos y costumbres y hay que respetar las tradiciones.
Pero toda la largueza de Anahí la ignora Marilyn. Ella está segura de que, de charra, se verá más bonita que el gobernador verde, “con todo y el lifting que se hizo, porque ese cutis de señorita que tiene, no es tan natural como parece”, dice. ¿Se vestirá de mariachi la sílfide cubana? De seguro sí, pues ella hace lo que se le pega la gana, pero los pormenores habrán de esperar hasta la próxima entrega.
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