El G7 celebró ayer el regreso de Estados Unidos al multilateralismo con un llamamiento a coordinar el desarrollo y la distribución de vacunas contra el COVID-19.
Un portavoz del primer ministro británico, Boris Johnson, explicó tras el encuentro virtual que los líderes convinieron en “garantizar que las vacunas, las terapias y los diagnósticos del coronavirus lleguen a quienes lo necesiten, estén donde estén en el mundo”.
En el comunicado final del G7, esta voluntad también quedó expresada en la determinación de trabajar junto a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para acelerar la creación y reparto de vacunas, incrementar la capacidad de manufacturarlas, compartir mejor la información y promover prácticas transparentes y responsables.
Johnson defendió su decisión de donar sus excedentes de vacunas a los países en desarrollo, después de haber inmunizado, eso sí, a toda la población británica.
Pero el presidente francés, Emmanuel Macron, apuesta por destinar 5% de las reservas de Europa y EU hacia los países africanos, de forma que al menos se pueda vacunar al personal sanitario.
Cuenta, según dijo, con el respaldo de la canciller alemana, Angela Merkel, quien por su lado anunció en la reunión que su país aportará mil 500 millones de euros adicionales a la iniciativa Covax de vacunación en los países menos desarrollados.
La presidencia británica puso sobre la mesa el “valor potencial” de un tratado global sobre la salud de cara a futuros riesgos sanitarios, algo que será abordado en una próxima cumbre en Roma y que la UE, a priori, ve con buenos ojos.
EU PROCLAMA RETORNO
El presidente estadounidense, Joe Biden, proclamó ayer el retorno de la alianza transatlántica, en un potente discurso con miras a restablecer a EU como líder de occidente contra lo que consideró un ataque global a la democracia.
Su intervención coincidió con la bienvenida de Angela Merkel al “multilateralismo”, tras años de confrontación con el republicano Donald Trump.
En su primera gran alocución internacional, Biden dijo que los aliados tradicionales de Estados Unidos deberían volver a tener confianza en el liderazgo de Washington.