Ad-Ephesios |Paranoia republicana

José Enrique Velasco

Ad-Ephesios

Paranoia republicana

La extrema derecha norteamericana está retomando lo que podría llamarse un “estilo paranoico” de hacer política, que se traduce en mover las bajas pasiones y animosidades de una minoría para incidir en las dudas e ignorancia de las mayorías.enrique-velasco-palco-quintanarroense

El estilo paranoico de arengar, de hablar delante de grupos previamente convencidos es relevante ya que es usado por personas más o menos normales, no por enfermos mentales. Desde hace mucho tiempo y con resultados variables, este género ha sido usado por mucha gente para remover el descontento social.

Las ideas del estilo paranoico se sustentan siempre en un llamado para ir en contra de las conspiraciones que pueden hacer peligrar los cimientos de la política que se defiende. Ahí están los antiguos romanos con sus diatribas públicas, los reinados europeos defendiendo sus canonjías, los españoles que gobernaban la Nueva España, o los militares sudamericanos tirando gobiernos, persiguiendo y matando civiles. O Trump y su racismo iracundo.

Desde que inició la vida independiente de los Estados Unidos, una manera de amalgamar y fortalecer los lazos entre la joven ciudadanía fue el uso del discurso inflamado en contra de algo o de alguien. Práctica que sigue vigente entre los líderes políticos y los grandes medios de difusión.

Estos miedos inyectados en el consciente de las grandes masas arrancan desde finales del siglo 18 en Estados Unidos, criticando las actividades supuestamente subversivas de los Iluminati de Baviera, de la Revolución Francesa que los clérigos protestantes veían como el gran peligro, de los francmasones o de las logias masónicas, entre otros.

El primer contacto de Estados Unidos con el Iluminismo fue en 1797 con la publicación del volumen Pruebas de una Conspiración Contra las Religiones y los Gobiernos de Europa, Perpetrada por las Reuniones Secretas de los Francmasones, los Iluminati y las Sociedades de Lectura, escrito por un famoso científico escocés llamado John Robison.

Robison, al estudiar la influencia política del Iluminismo –que es el hijo predilecto de la Revolución Francesa-  saltó a conclusiones paranoicas y escribió que aquella asociación se formó con “el propósito expreso de erradicar todos los establecimientos religiosos, y acabar con todos los gobiernos europeos”. La veía como libertina, anticristiana, corruptora de mujeres y que violaba el derecho de propiedad. Llegó a decir que los francmasones fabricaban un té que causaba el aborto por medio de una sustancia secreta.

Estas ideas no tardaron en extenderse por todo Estados Unidos y ya para1820-1830 se hablaba públicamente de una conspiración, de manera que el movimiento antimasónico se convirtió en un movimiento antijacksoniano. El sistema bipartidista norteamericano, actual hasta nuestros días, nace cuando Andrew Jackson se convierte en el séptimo presidente y ejerce sus dos períodos entre 1829 y 1837.

Jackson y sus seguidores inician el Partido Demócrata y sus contrincantes, que vendrían  a ser los republicanos, lo acusaron de ser masón, lo cual era verdad. Estos han considerado a la masonería como una conspiración permanente contra el Gobierno republicano. Así, cualquiera podía estar coludido con los masones, desde policías y jueces hasta medios de comunicación.

Más allá de que la Masonería fuera y sigue siendo una organización cerrada, los gobiernos conservadores siempre le han dado un marco apocalíptico al acusarla de perversa, abominable y la han calificado  como “la institución más peligrosa que jamás haya creado el hombre… se puede decir que realmente es una obra infernal”, en palabras de John Robison.

En 1835 aparecen dos libros que hablaban de los peligros que corría el estilo de vida americano y que arremeten en contra del catolicismo y su punta de lanza, los jesuitas. Estados Unidos estaba afianzando su protestantismo como el elemento cohesionador del creciente nativismo. Los masones dejaron de ser atacados para dirigir la paranoia en contra de los jesuitas.

Morse, el célebre inventor del telégrafo, escribe: “Austria, el Gobierno de Metternich, está interfiriendo en nuestro país. Ha ideado un magnífico esquema… Ha enviado a sus misioneros jesuitas que viajan por todo el mundo…” Y advirtió que los descendientes de la casa de Habsburgo –la misma de nuestro Maximiliano- se instalarían como emperadores de Estados Unidos.

Y en esta sucesión de conspiraciones y paranoias perfectamente ideadas y dirigidas por la ultraderecha, se instala como pieza clave el Donald, quien está barriendo con la lista de aspirantes republicanos a la presidencia de Estados Unidos y al mismo tiempo ondea como leitmotiv, sus odios a los peligrosísimos y conspiradores indocumentados del sur.

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