Cuando andaba en su cruzada para modernizar al país con la introducción de la electricidad, el ferrocarril y otros servicios años antes de que estallara la revolución que lo obligó a renunciar, Porfirio Díaz también mandó a eliminar las aduanas interestatales que obstaculizaban el comercio.
Incluso, también eliminó las casas de moneda estatales con el fin de evitar que cada región del país tenga su propia divisa.
Sin embargo, hasta mediados de los años 90 hubo en varias regiones del país aduanas para controlar la salida de mercancía de las zonas libres, como la que hubo en Quintana Roo, hacía el resto de la República.
En el Estado hubo por lo menos cuatro de esas aduanas: en Dziuché, Tepich, El Cedral y en la terminal de autobuses de Chetumal.
Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica en 1994, las zonas libres del país recibieron también sus actas de defunción. Desaparecieron condenando a las ciudades donde operaban, como Chetumal, a una decadencia económica de la que la capital quintanarroense todavía no sale.
Debido a la desaparición de las zonas libres, el gobierno federal eliminó esos pocos controles aduaneros internos que prevalecieron más allá del porfiriato y decidió que hubiera únicamente aduanas fronterizas.
Sin embargo, surrealista como es México, a pesar de que su presencia no es congruente con la actual realidad nacional, en la terminal de autobuses de Chetumal sigue funcionando la aduana como en los tiempos de la zona libre.
Los pasajeros que tienen como destino puntos localizados más allá de los límites estatales, tienen que someterse a la revisión de los aduaneros. No vaya a ser que se lleven fayuca fantasma.
Es inconcebible que un olvido, un trámite burocrático siga dando pie a la existencia de un control que data del siglo pasado. O es un olvido, o alguien trata de pasarse de vivo, pues la operación de esa oficina en la terminal de autobuses de la capital del estado no está exenta de la corrupción de quienes la operan.
Por si faltara una pincelada más al cuadro surrealista, debido a que no fue reubicada a la nueva terminal de autobuses chetumaleña, los pasajeros primero tienen que ir a la revisión aduanera a la central camionera vieja con los riesgos y molestia que implica cruzar una transitada avenida con maletas, o de lo contrario no pueden abordar su camión.
¿Quién se hará cargo de la aduana pre porfiriana que funciona en Chetumal? Los recursos que implican su funcionamiento bien podrían ser aprovechados en el aeropuerto de Cancún, que tiene su talón de Aquiles precisamente en ese tipo de servicios.
Platea
Muchos recursos se invierten anualmente en la promoción turística del Caribe mexicano, pero a pesar de ello hay detalles que por alguna razón se olvidan o no se toman en cuenta, a pesar de que sería muy barato resolverlas. Es más, con un simple cartel en los hoteles sería suficiente.
Muchos son los turistas que rentan vehículos para pasear en la Península y se topan con una política poco usual de la empresa que opera la autopista a Mérida que no acepta pagos en dólares e, inexplicablemente, tampoco ha implementado cobros electrónicos como lo hace en otras carreteras de cuota que administra.
Los turistas que por alguna razón prefieren no comprar pesos cuando llegan a México hacen largas esperas en las casetas de cobro esperando que algún automovilista nacional le acepte cambiar dólares por la divisa mexicana. Eso sí, los empleados de la operadora de la carretera por lo menos ayudan a los visitantes con la labor de gestión.
Un cartel, un simple aviso en los hoteles sería suficiente para agregar una dosis de amabilidad a los turistas que circulan en las carreteras.
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