Ciudad de México, 21 de junio.- El ex gobernador de Quintana Roo Miguel Borge Martín advirtió hoy que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) debe cambiar estructuralmente, está obligado a cambiar, no sólo de forma, sino de fondo, si quiere seguir siendo parte relevante en la vida política del país.
En un mensaje grabado que presenté hoy en la Asamblea Nacional de un “movimiento renovador” al interior del PRI, explicó que “el cambio debe ser estructural y propiciar que los priistas sumen positivamente su energía en el marco de una democracia activa, con la que el partido ponga la muestra de una nueva forma de participación política, un partido al día, con fortaleza real y capacidad de enfrentar los retos de una sociedad democrática”.
Asimismo, señaló que “aspirar a mantener al PRI como un partido con vigencia social implica aceptar los riesgos que conlleva el cambio”, pero el reto se debe asumir porque no hacer nada o hacer cambios superficiales haría que el PRI se hunda para siempre “y ese no puede ser el reto aspiracional de los verdaderos priistas”.
Necesitamos una estructura cuya dinámica quede determinada por el ejercicio pleno de la democracia interna en el partido, en consonancia con las aspiraciones democráticas de sus militantes y de los mexicanos, explicó. El cambio que se plantea equivale a un proceso evolutivo a partir de la estructura que se tiene en la actualidad.
En ese sentido, planteó que no se trata de reinventar al partido o refundarlo y que la Declaración de Principios permanecería “prácticamente incólume”, pues sería el mismo partido, pero con una estructura mejor adaptada a los tiempos que corren.
“La figura clave de la transformación que se propone es el Parlamento Político, que sería el órgano de mayor jerarquía en la estructura del partido, después de la Asamblea Nacional”.
Borge Martín justificó la necesidad de cambio con el hecho de que la estructura del PRI ha sufrido un serio desgaste y debe cambiar.
“Ese cambio profundo debió comenzar desde hace ya bastantes años, pero siempre fue dominado por sus inercias”.
Según dijo, el partido supo sobreponerse durante décadas a los cambios y circunstancias y mantener el poder y atribuyó a éste, no al Estado, la participación de otras corrientes políticas y el establecimiento de un sistema de partidos que poco a poco fue modificando la realidad político-electoral del país sin realizar los cambios internos pertinentes que pusieran a toda su estructura con el cambio que estaba impulsando.
El ex gobernador reconoció que desde antes de las elecciones federales de 2018 se percibían señales de que el electorado no veía al PRI como opción electoral y de que había un rechazo, razonado o no, en todo aquello que representara una opción vinculada con el partido, con el gobierno o los gobiernos priistas.
Ni la estructura ni el voto duro que en otras épocas hicieron valer su peso y fueros definitorios, pudieron en esta ocasión evitar una debacle electoral para el partido.
“El PRI está obligado a cambiar estructuralmente, no sólo de forma, sino de fondo si quiere seguir siendo parte relevante en la vida política del país”, añadió.
Borge Martín insistió en que la Declaración de Principios debe mantener en lo general su vigencia, pues es un documento que interpreta bien el sentir de los mexicanos y no está ahí el origen del rechazo al PRI, sino en no haber cumplido cabalmente los principios fundamentales que ahí se establecen.
El rechazo está “en sus formas de actuación, que han propiciado y solapado la corrupción y la impunidad que se le asocia, las injusticias, la ilegalidad y otras deformaciones del quehacer político gubernamental que hoy tienen postrado al partido”, expresó.
“La democracia interna ha sido una falacia y sólo se ha usado a modo y hasta bajo presión, ningún cambio de nombre ni los cambios cosméticos lograrán que se produzca el cambio estructural”.
Necesitamos y el modus operandi del partido se modifiquen para abrir espacios a las decisiones de carácter colectivo en todos los ámbitos y niveles de actuación.
Al detallar su propuesta de Parlamento Político, dijo que la figura básica de los parlamentos políticos, nacional, estatales y municipales sería el parlamentario de base o, simplemente, parlamentario, surgido democráticamente del espacio territorial que corresponda en cada nivel.
Los parlamentos políticos elegirían de entre sus miembros, por mayoría calificada, a quien actuaría como presidente del comité directo nacional, estatal o municipal por un periodo de tres años, con opción a una sola reelección.
Los miembros prominentes de las diferentes carteras del comité, como tesorero, secretarios, oficial mayor y demás, también deberán ser parlamentarios de base.
El Parlamento Político Nacional podría constituirse con dos parlamentarios de base electos en cada entidad; los presidentes de los comités directivos estatales y de tres a seis representantes de cada uno de los sectores del partido y un representante en los casos que corresponda de cada uno de los organismos políticos y organizaciones adherentes, añadió.
Sin embargo, apuntó que el Parlamento Político Nacional no deberá ser un órgano excesivamente numeroso en su formación, al igual que la de los Parlamentos Políticos Estatales y Municipales y que, en todo caso, la Asamblea Nacional Permanente y las disposiciones estatutarias le darían oportunidad de opinar a toda la militancia en cualquier momento.
Hasta en el nivel estatal los parlamentos políticos tendrían una estructura semejante a la del Parlamento Político Nacional, con un número de parlamentarios de base surgidos de las circunscripciones que el propio partido definiría para tal efecto, a los que se agregarían por insaculación un número predeterminado de los presidentes de los comités directivos municipales, así como los representantes de los sectores, de los organismos políticos y de las organizaciones adherentes con vigencia real en cada estado.
Los Parlamentos Políticos Estatales elegirían de entre sus miembros al presidente del Comité Directivo Estatal y los responsables de las diferentes carteras también serían parte de éstos.
En el nivel municipal los seccionales serían el nivel de referencia para elegir a los parlamentarios de base, a los que se agregarían los representantes de los sectores del partido.
Es en este nivel donde los comités seccionales, que siempre han constituido el enclave primario de la militancia activa y la unidad básica para la acción política y electoral de los militantes del partido, adquieren una importancia fundamental en la nueva estructura que se propone, pues de entre ellos surgirán los presidentes de los comités directivos municipales.
“Este esquema tendría que complementarse con otras disposiciones validadas por la Asamblea Nacional o por el propio Parlamento Político Nacional, según sea el caso, para garantizar la armonía y el equilibrio político”, concluyó.