El agujero de ozono sobre el Polo Sur disminuyó su tamaño durante el 2022, al ser ligeramente más pequeño que el año pasado, dio a conocer la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA).
El agujero de ozono antártico anual alcanzó un área promedio de 23,2 millones de kilómetros cuadrados entre el 7 de septiembre y el 13 de octubre de 2022, lo que significa que fue ligeramente más pequeño en relación con 2021; además de que, en general, continuó la tendencia a la baja de los últimos años.
“Con el tiempo, se está logrando un progreso constante y el agujero se está haciendo más pequeño”, dijo Paul Newman, científico jefe de Ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, en Greenbelt, Maryland.
Investigadores de la NASA y la NOAA detectan y miden el crecimiento y la ruptura del agujero de ozono con instrumentos a bordo de los Aura, Suomi NPP y satélites NOAA-20. El 5 de octubre de 2022, esos satélites observaron un agujero de ozono máximo en un sólo día de 10,2 millones de millas cuadradas (26,4 millones de kilómetros cuadrados), un poco más grande que el año pasado.
Sin embargo, a pesar de las vacilaciones a medida que los cambios climáticos y otros factores hacen que los números se muevan ligeramente, la NASA es optimista al decir que “lo vemos disminuir [el agujero de ozono] en las últimas dos décadas. La eliminación de sustancias que agotan la capa de ozono a través del Protocolo de Montreal está reduciendo el agujero”.
La reducción del agujero de ozono se dio, incluso, con la erupción de enero de 2022 del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, por la que los científicos estaban preocupados, pues en 1991, la erupción del Monte Pinatubo liberó cantidades sustanciales de dióxido de azufre que amplificó el agotamiento de la capa de ozono. No obstante, no se han detectado impactos directos de Hunga Tonga en los datos estratosféricos antárticos.
¿Qué es la capa de ozono?
La capa de ozono es la porción de la estratosfera que protege a nuestro planeta de los rayos ultravioleta del Sol, se adelgaza para formar un “agujero de ozono” sobre el Polo Sur cada septiembre. Las formas químicamente activas de cloro y bromo en la atmósfera, derivadas de compuestos producidos por humanos, se adhieren a las nubes polares de gran altitud cada invierno austral. El cloro y el bromo reactivos luego inician reacciones que destruyen el ozono cuando sale el Sol al final del invierno de la Antártida.