El complejo tejido demográfico de Cancún no ha podido ser descifrado del todo por los partidos políticos. Los primeros seis presidentes municipales de Benito Juárez fueron enviados desde la capital de Estado, de hecho designados por el gobernador en turno. Los cancunenses eran ciudadanos fantasmas.
Estamos hablando de una época en que ser candidato del PRI era la antesala de ocupar el cargo de elección popular que se tratara. Las campañas eran una simple rutina. Un mero formulismo para que los electores conocieran a los designados por El Gran Elector, que era el gobernador de entonces.
El primer presidente municipal de Benito Juárez, cuya cabecera es Cancún, fue Alfonso Alarcón Morali, fue uno de los primeros funcionarios federales en llegar cuando casi todo era selva. Vino representando a Infraestructura Turística (Infratur), que luego se convirtió en el Fondo Nacional de Fomento Turístico (Fonatur).
Pero después de él los siguientes alcaldes fueron enviados desde Chetumal.
Los presidentes municipales designados por el gobernador en turno fueron: Felipe Amarfo Santana (1978-81); José Irabién medina (1981-84); Joaquín González Castro (1984-87); José González Zapata (1987-90); Mario Villanueva Madrid (1990-91. No concluyó su período porque se fue al Senado); Arturo Contreras Castillo (alcalde substituto de mayo de 1991 a abril del 93), y Carlos Cardín Pérez (1993-1995, que dejó el cargo 5 meses antes de concluir su gestión para irse de diputado local); Edmundo Fernández (1995-96, concluyó la administración de Cardín).
En 1993 surgió por primera vez un candidato fuerte, capaz de disputarle al PRI la presidencia municipal de Cancún. Eduardo Pacho Sánchez, un abogado conocido en la ciudad, que gozaba de respetabilidad, fue el candidato de una alianza entre el PRD y el PAN. Era la primera vez a nivel nacional que se armaba una alianza entre estos dos partidos antagónicos en lo ideológico. El objetivo era derrotar al PRI, cuyo candidato era Carlos Cardín Pérez.
Pacho hizo una buena campaña. Pero algo pasó. Algo que permanece en las alcantarillas de la historia política local. Un día antes de la elección Pacho renunció a su candidatura alegando una desconocida y repentina enfermedad. Su renuncia fue aceptada de inmediato por las instancias electorales, cuando ya se había vencido el plazo para un candidato substituto. Pero no sólo eso: la autoridad electoral local tuvo tiempo de mandar imprimir miles de nuevas boletas ya sin el nombre de Pacho. Era evidente que la trama de la renuncia de Pacho se había armado desde mucho antes. Continuará.
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