La semana pasada concluyó la maratónica temporada de informes de los gobiernos municipales.
En su mayoría, estos eventos fueron utilizados como escenarios en los que las alcaldesas y alcaldes se erigieron en las grandes heroínas y héroes que, según ellos, vinieron a rescatar a sus municipios de un mundo truculento.
Los informes municipales se basaron prácticamente en la misma narrativa: antes el mundo era el caos, en el que reinaba la oscuridad y la corrupción lo destruía todo, pero ahora todo es felicidad, con un pueblo bien atendido, bajo un cielo limpio y azul, libre de nubarrones y una sociedad llena de armonía.
Los 11 municipios del estado, según las alcaldesas y alcaldes, son casi el paraíso, pues están gobernados por servidores públicos inmaculados, que ejercen gobiernos transparentes, que rinden cuentas y han desterrado a la corrupción.
El relato que ofrecieron esos informes habla de que los municipios llevaban décadas “en el abandono” y con ello se borra de un plumazo el esfuerzo de las comunidades, que más allá de los gobiernos y los intereses partidistas, son los verdaderos protagonistas del desarrollo, son los grupos sociales que han empujado la carreta de los sueños.
Se puede hablar de rezagos acumulados, porque el crecimiento económico y turístico ha rebasado históricamente los esfuerzos gubernamentales y de la propia sociedad, pero no se puede hablar de abandono.
Los propios gobernantes de hoy son y serán incapaces de resolver esos rezagos que se siguen acumulando, porque no les alcanzará ni el tiempo ni los recursos, pero eso no significa que hayan abandonado a sus municipios durante su gobierno ¿o sí?
Claro, no faltan los omisos, quienes creen que con el solo hecho de estar sentados o sentadas en la silla de sus palacios, resolverán por arte de magia los problemas de sus municipios, quienes creen que con poner sus iniciales en tamaños gigantescos ya resolvieron las necesidades y carencias de sus gobernados.
No hay relato rosa que aguante la confrontación de la realidad. Los hechos matan a las palabras.
Por si faltara poco, hay que decir que el trabajo de estas autoridades municipales no corresponde ni al discurso transformador del presidente Andrés Manuel López Obrador y mucho menos al esfuerzo diario que realiza la gobernadora Mara Lezama para caminar el territorio y hacer efectiva su propuesta de gobierno.
Son escasos quienes tienen luz propia. Más de uno le debe a Mara lo que son y no corresponden a esa confianza.
No están a la altura del trabajo 24/7 que realiza la Gobernadora, para gestionar recursos del gobierno federal y para poner en marcha acciones.
En los municipios no se aprovecha el envión que significa la importante inversión que se realiza en el estado con grandes obras emblemáticas y siguen estancados en las deficiencias de los servicios públicos y los problemas de movilidad, que son solo dos de los males crónicos.
La Gobernadora ha demostrado un compromiso claro con el desarrollo del estado, pero es necesario que los presidentes municipales asuman su responsabilidad y trabajen en conjunto para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
De lo contrario, el progreso de la entidad se verá limitado por la inacción de las autoridades municipales perdidos en el autoelogio.
Como en todas las épocas, a las y los presidentes municipales de hoy les falta mucha objetividad y les sobra soberbia.
PLATEA
En su carta de despedida que fue leída el domingo en el congreso de Morena, el presidente López Obrador pidió a quienes forman parte de la 4T que “no permitan que los antiguos vicios y perversiones de la política florezcan en nuestras filas. Eviten la prepotencia, la búsqueda del poder por el poder, la soberbia, la corrupción, el nepotismo y el sectarismo”.
¿Lo habrán escuchado en los palacios municipales de Quintana Roo?
X: @JulioCsarSilva | @PalcoNoticias
Correo: [email protected]