Algo se hizo mal desde un principio. Y he aquí la reacción, dura, puntual, de la PGR, es decir, del gobierno federal, es decir, del presidente Peña Nieto. Es verdad que en Quintana Roo no se ha promovido un sistema estatal anti corrupción, pero algo se hizo mal para que la PGR anunciara ayer, desde Los pinos, que han promovido un recurso de anticonstitucionalidad contra algunos puntos concretos de la reformas aprobadas por el Congreso a iniciativa del Ejecutivo estatal.
Al margen de las cuestiones legales el golpe mediático y político es duro. Indica, en primer lugar, que las susodichas reformas que la gente ha dado en llamar “blindaje”, “Ley Borge”, y “Paquete de impunidad”, no fueron consensadas con el gobierno federal, es decir, ni con la consejería jurídica de Los Pinos, ni con la secretaría de Gobernación y muchos menos con el PRI. Desde hace días Carolina Monroy, la secretaria general del tricolor ya había manifestado su pesar por las reformas aprobadas en Veracruz y Quintana Roo.
Este alejamiento de la federación está teniendo consecuencias. Porque los mandatarios de Veracruz y Quintana Roo están en su peor momento: perdieron las elecciones y sus sucesores serán de partidos distintos al suyo. Además, quisieron imponer a los candidatos del PRI y no pudieron. Y al final, por las pugnas internas que ellos mismos promovieron al querer imponer a sus sucesores, ocasionaron la derrota de su partido, el PRI. Y los perdedores no tienen fuerza para negociar nada.
Quizá en lugar de plantarse a la federación con aclaraciones públicas que no vienen al caso, sería dar marcha atrás en el paquete de reformas aprobado por el Congreso. Se perderá el dinero gastado, ni modo, pero así es la política. Porque se dice que cada diputado local recibió cinco millones para aprobar sin chistar todo el paquete llamado de impunidad. Que reculen aunque no devuelvan el dinero que ya se embolsaron.
Que reculen, Que se echen para atrás. Que acepten que se equivocaron. Porque de todos modos lo van a hacer. La PGR es experta en torcer los brazos de los poderosos, cuando así se le indica desde Los Pinos.
Ya se ha vivido en Quintana Roo la experiencia de pelearse con la federación, o de actuar sin consultar con la presidencia de la república. No se leyeron bien los signos. No se entendieron las señales. Bloquear en el PRI las aspiraciones de Carlos Joaquín e inducir su linchamiento no fue bien visto en Los Pinos.
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