La política es tan antigua como la civilización. La política sirve para hacer alianzas, para formar pactos y para llegar a acuerdos y consensos. A través de la política se forman gobiernos estables.
La alianza del PRI con el Verde y el Panal está funcionando hasta ahora, y se prevén algunos roces por las candidaturas a presidencias municipales y diputaciones locales pero nada más. Al final de cuentas prevalecerán los acuerdos y los pactos. Se espera que prevalezca el espíritu unitario que han demostrado hasta ahora.
Hay que tomar en cuenta que los discursos triunfalistas no funcionan, pueden incluso fastidiar o molestar. El discurso del Ya Ganamos puede resultar cansado y enfadoso. Es mejor el discurso de la humildad republicana de Mauricio Góngora. Ese mensaje en las palabras, en la actitud y en la conducta es el que le llega a la gente.
La política no se da en un escenario de buenos y malos, sino en un contexto de realismo crudo. Cuando se habla de política se habla de poder. Y para la conquista y preservación del poder todos los recursos valen. Hasta los buenos. Fernando Vallespín nos recuerda que en la esencia de la obra de Maquiavelo, El Príncipe, la maldad del hombre es inextricable: “un hombre olvida antes la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio”. Dejó sentado que “nunca podremos liberarnos del engaño y la mentira como medios fundamentales de la acción política”.
En la obra de Maquiavelo está el rostro duro, crudo, de la acción política, desprovista de los ropajes ideológicos o éticos. Y es así como vemos que se da la lucha por el poder. Sin embargo, hay historias patéticas como la de Greg Sánchez o la de Marybel Villegas Canché. LO de Maribel es una triste historia.
El PAN, por su parte, se ha convertido en una tribu de chambistas profesionales. Lo preocupante son los saltimbanquis de la política, los que sin ningún pudor se pasan de un partido a otro. La política, para recuperar algo de prestigio, merece más respeto.
¿ALIANZA PARA PERDER?
La estrategia del PRD de hacer alianza con el PAN no tiene sentido. Y no es por las ideologías y los proyectos encontrados. Nadie puede hablar ni de ideologías ni de proyectos en estos momentos. Es por algo mucho más practico: El PAN está en vías de extinción. Su aporte en votos en casi simbólico. Pero algo fuerte los une: la ambición de poder. Ni más ni menos.
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