Ciudad de México, 27 de enero.- No es ilógico y descabellado pensar que el Presidente de la República se hubiera vacunado tan pronto como la primera vacuna contra el coronavirus tocara suelo nacional. Incluso Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lo planteó a finales del año pasado como una posibilidad para dar certidumbre al proceso de inoculación. “Si está en diciembre la vacuna claro que me vacuno aquí [en la mañanera], siempre y cuando los médicos decidan de que me corresponde”, dijo el día 16 de octubre.
El Presidente López Obrador sostuvo desde entonces que el momento de su vacunación llegaría cuando le tocara, fuera como adulto mayor, ya que tiene 67 años de edad, o como población en riesgo, por la hipertensión que padece, de acuerdo con la Estrategia Nacional de Vacunación de la Secretaría de Salud.
Pero el año pasado, así como el Presidente sugirió la posibilidad de vacunarse para alentar a la población a seguir su ejemplo, entre el escrutinio público surgió una duda a raíz de publicaciones de columnistas en medios: ¿AMLO se inoculó sin decirlo?
Un ejemplo de las voces que cuestionaron la situación fue el del articulista Darío Celis, quien publicó un artículo en El Financiero-Bloomberg (19-12-20) titulado “AMLO ya se vacunó”. En dicho escrito es cuestionada la falta de publicidad de los resultados de las pruebas generales de salud del Presidente de la República.
Además de referir que “la salud de Andrés Manuel López Obrador es un tema lleno de misterio”, Celis asegura que “el Presidente Andrés Manuel López Obrador y el Canciller Marcelo Ebrard, así como su círculo más cercano, serían partícipes” de las pruebas de la vacuna del laboratorio chino CanSino.
Ese mismo 19 de diciembre el Canciller Marcelo Ebrard le aclaró a Darío Celis: “La vacuna CanSino no se le ha aplicado al C. Presidente. Te comparto que no hay ninguna opacidad. He informado de ella en cada mañanera”.
A reserva de decir que no necesariamente habría problema en darle prioridad al Presidente por motivos de seguridad nacional, máxime considerando la exposición al público que tiene y las precondiciones (edad y comorbilidades) que lo vulneran, la pregunta pronto alcanzó una connotación discursiva que cuestionaba, a la luz del rechazo explícito del Presidente a saltarse la fila de vacunación por algún privilegio, la posibilidad de que lo hubiera hecho sin decirlo, por la razón que fuera, gracias a ello que critica y desaprueba: privilegio.
Sin embargo, ante los rumores en redes delos opositores a su Gobierno, el propio Presidente fue cuestionado en una mañanera sobre el tema y lo negó: “Hay muchísimas cosas en los medios, muchas mentiras, imagínense cómo voy a hacer eso, qué me voy a vacunar, yo lo que estoy haciendo es cuidarme, hasta que toque mi turno”, expresó en su conferencia matutina.
Un planteamiento sustento de la duda fue la aparente buena salud del Primer Mandatario que no coincidía con la circunstancia de su círculo político más cercano, dado que entre octubre y diciembre de 2020, varios integrantes de su Gabinete Presidencial dieron a conocer que habían contraído la enfermedad causada por el virus SARS-CoV-2.
Dicho planteamiento fue reforzado con una idea sospechosista: el Presidente no se enferma pese a que se rehusa a usar cubrebocas y –en algunos casos– a mantener la sana distancia.
Más allá de la duda basada en aspectos circunstanciales y sin hechos probatorios, la discusión se tornó en una crítica a la transparencia y a la rendición de cuentas del actual sexenio. Era cuestionado el privilegio del acceso presidencial a una vacuna en tiempos de crisis, pero también que pudieran estar ocurriendo cosas por debajo del agua, mientras que la imagen del Presidente era proyectada como una ”fuerza moral” y no como una “fuerza de contagio”, tal y como dijo (16-03-20) el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez.
Al día de hoy, López Obrador y su equipo de trabajo sostienen que el Presidente no se ha vacunado, incluso el Ejecutivo federal se contagió de COVID y anunció que dio salió positivo el pasado 24 de enero. El actual Gobierno sostiene –a pesar de las excepciones– que no hay influyentismo y que las irregularidades serán castigadas porque “es inmoral el saltarse o brincarse la fila”.
“El Presidente no ha sido vacunado. El Presidente es un adulto mayor, como yo, cuando sea oportuno médicamente y, de acuerdo a su edad, recibirá la vacuna”, declaró la Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero el martes en la conferencia mañanera.