Antes recoge tu tiradero

Se entienden las razones administrativas por las que los diputados locales decidieron retener al auditor superior del estado Javier Zetina González, pero hagan lo que hagan y digan lo que digan se trata de una maniobra que puede obrar contra la impunidad, sí, pero tiene cara de perro.

Sin remedio, en la opinión pública están marcadas las desaforadas críticas y descalificaciones que “Javicho” aguantó al arranque de la XV Legislatura, y muy en particular las que a diario repetía el diputado presidente de la Comisión de Hacienda, Presupuesto y Cuenta Emiliano Ramos Hernández, y si no ahí está la lastimera misiva que hizo circular el susodicho luego de anunciar que tiraba el arpa, donde se dijo víctima de presiones y hasta amenazas de todo tipo por parte de “un grupo” de legisladores maloras.
De críticas más socarronas que fuertes ya no se libró la XV Legislatura del Congreso de Quintana Roo al decidir el miércoles no aceptar la renuncia que un par de semanas presentara el todavía auditor, considerado pieza fundamental del famoso “paquete de impunidad” que el anterior gobernador Roberto Borge Angulo armó para cubrirse las espaldas. ¿Cómo explicar que fuera tildado de poco confiable para revisar las cuentas de ese borgismo del cual emanó y ahora le digan que debe quedarse a desmenuzarlas?
No es que la explicación no sea clara ni que falten los motivos, pues justo ayer, con el mes, venció el plazo para la entrega de las cuentas fiscalizables del estado correspondientes al ejercicio del año pasado y Javier Zetina, de haber hecho mutis –en el sentido teatral del término–, desde el viernes habría salido con una caja de cartón rebosante de retratos de su familia, portalápices y abrecartas con trabados de peces y barcos.
El punto es que ya se había entendido que su suplente de plano no era opción, y por si quedaba duda el mismo miércoles la legislatura acordó específicamente encargar al órgano una revisión casuística y concreta de los ingresos obtenidos por el Ayuntamiento de Benito Juárez en los ejercicios fiscales 2014, 2015 y 2016, justamente ejercicios en que el frustrado emergente Hugo Favio Bonilla Iglesias fungía como director de Ingresos Coordinados de la administración de Paul Carrillo Cáceres.
Quedan claras, sí, las razones, pero ya nada quita que en los corrillos, los mentideros y las redes sociales se habló media semana de incongruencia, perversidad ya hasta mala leche contra el atribulado Javicho, que ya se veía en los torneos de la temporada de pesca que está a punto de iniciar y ahora tendrá que volver a su despacho de la avenida Álvaro Obregón de Chetumal, y seguir aguantando que los tribunos estatales le saquen la lengua y le hagan gestos gachos, amén de ponerle la daga en la mano para que se escabeche a sus propios cuates, a esos que se supone que debería defender según las estrategia armada por Roberto Borge cuando Mauricio Góngora Escalante perdió la elección y vio venir, flamígera, la espada justiciera que Carlos Joaquín González y los partidos que lo apoyaron –que ahora lideran el Poder Legislativo– esgrimieron estilo Cid Campeador durante la campaña electoral.
Si este que escribe fuera diputado –que la pluma se nos haga chicharrón– sin duda preferiría esa imagen de demiurgo perverso que juega con las expectativas de un atribulado funcionario al que primero orilla a renunciar y luego le dice, cual gruñona mamá judía, “sí nene, pero primero recoges tu cochinero”, ese tiradero administrativo y de corrupción que dejó el sexenio anterior en el estado y los municipios, y por poco le hace bullyng cantándole “¡quiere llorar, quiere llorar!”; mejor esa facha de Mefistófeles desalmado y cruel que se solaza jugando con la gente que la otra que también se comentó, más bien de despiste y de falta de previsión, subsanada a última hora cuando algún brillante aunque lerdo asesor de percató del vacío que se venía encima con la salida del auditor sin haber resuelto la operatividad del órgano en lo inmediato. Pero ya está, y quién sabe si Javicho, ya con más serenidad, tome lo sucedido como una maldición, una desgracia, o como una oportunidad para volver a defenderse como gato boca arriba, así sea sin los 20 millones de pesos y el personal especializado que pidió y le negaron.
Helada madrina
El Sector Salud y la Secretaría de Gobierno acaban de darnos una noticia extraordinariamente buena. Una de las cifras negras más vergonzosas para Quintana Roo se refiere a los altos índices de embarazos entre adolescentes, renglón en el que los últimos años rondábamos los primeros sitios. Luego de muchos y añejos esfuerzos de los sectores más nobles de las instituciones y la sociedad, podemos decir con enorme gusto que esa ominosa realidad está cambiando de manera radical: nuestro estado se ubica ya debajo de la media nacional en las cifras por entidad federativa.
En 2009 la tasa de fecundidad en adolescentes de Quintana Roo era de 97.57 puntos, frente a una media nacional de 69.2 unidades. En 2014 la cifra nacional fue de 77.04 mientas que la de nuestro estado cayó a 67.43.
Lo más importante es que en ocasión de la presentación del diagnóstico del tema, las autoridades locales se mostraron muy interesadas en seguir mejorando las condiciones logradas.
“Es importante que los adolecentes tomen decisiones conscientes sobre su cuerpo y su sexualidad; por ello estamos trabajando para brindar información que permita disminuir los índices de fecundidad en el estado en adolescentes, prevenir incluso enfermedades de transmisión sexual”, informó, según el comunicado oficial, la secretaria técnica de la Secretaría de Gobierno, Claudette González Arellano.
Por su parte –siempre según el boletín de la Segob– la titular del Instituto Quintanarroense de la Mujer Silvia Damián López, en calidad de secretaria técnica del GEPEA, sostuvo que el fortalecimiento las acciones operativas que cada una de las instituciones, organismos y asociaciones realiza es fundamental para combatir esta problemática social.
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