Antivacunas y redes sociales, de los mayores riesgos durante la pandemia

Alrededor de dos millones de personas han fallecido en todo el mundo por Covid-19, sin embargo muchos grupos siguen negando su existencia y se oponen a seguir las reglas de distanciamiento y el uso de cubrebocas para disminuir los riesgos.

La negación aparece con distintos tintes en exóticas teorías de conspiración, así como en el discurso de los grupos antivacunas.

Precisamente estos últimos grupos han acompañado a la historia de la vacunación desde su surgimiento hace más de dos siglos.

Frente a esta nueva pandemia, y ya con las vacunas circulando en el mundo contra el SARS-CoV2, los que se oponen parecen encontrar una nueva fuente de inspiración para recrudecer sus discursos.

Rafael Mandressi, investigador en el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) en París y director adjunto del Centro Alexandre-Koyré de historia de la ciencia en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias, explica que “los grupos antivacunas existen desde que se crearon las primeras vacunas en la historia de la humanidad. Desde que inició la inoculación curativa en el siglo XVIII, hubo personas que se alzaron con voces de rechazo, escepticismo y temor.

Los movimientos antivacunas relacionados con la pandemia actual son una manifestación más de un fenómeno preexistente, pero que adquiere una visibilidad mucho mayor por el contexto en el que se produce, y porque el proceso de la actual pandemia puede observarse de manera global y permanente”.

Las fronteras del miedo

En una situación como la que vivimos, el miedo aparece como una variable constante. “El miedo es inevitable, pero lo que es posible en todo caso es no incentivarlo”, asegura el doctor Mandressi, para quien el miedo es una emoción adaptativa que nos permite reaccionar de frente a una amenaza, pero cuando es excesivo y dura más allá de cierto umbral se vuelve una distorsión del comportamiento adaptativo para tener consecuencias que pueden ser nefastas a nivel individual y colectivo.

“Lo que es especifico de esta pandemia es la simultaneidad de la percepción de las cosas a escala global. Estamos todos al corriente de lo que ocurre en todos lados, de cierto tipo de información que es la que circula a gran velocidad en todo el mundo, algo que por supuesto no sucedía así durante la pandemia de la llamada gripe española y en episodios anteriores. El miedo siempre estuvo presente, el problema es cuando se descontrola y deja de cumplir una función positiva, cuando en lugar de ayudarnos a responder a una situación amenazante, se convierte en una pasión social distorsionada y excesiva”.

El especialista uruguayo con residencia en Francia explica que en todo el mundo es muy difícil identificar las características de las personas que tienen un perfil más proclive al rechazo de vacunas o de negación respecto a la existencia del virus. “En realidad puede haber un gran número de factores que conduzcan a determinado conjunto de personas a compartir actitudes similares sobre este tipo de fenómenos”, señala, pero acota que el exceso de información puede cumplir un papel importante frente a este tipo de creencias.

El doctor en filosofía señala que la sobreabundancia de información genera un caos y para algunos el único refugio ante la imposibilidad de discriminar datos es decir que todo es falso, sobre todo en momentos que por la misma dinámica tan reciente del virus, la información evoluciona y las recomendaciones varían, incluso de una misma fuente, incluso como en un momento dado llego a ocurrir con la OMS. “Esto puede favorecer la idea de información poco confiable, manipulada o incluso una idea de que se esconde una conspiración”.

Papel de las redes sociales

Entre la enorme suma de información que se mueve cotidianamente, la información falsa se filtra rápidamente y las redes sociales han jugado un papel crucial en su diseminación y fortalecimiento. Es así que desde diferentes ángulos y nuevos escenarios, reviven los cuestionamientos sobre los límites de la libertad de expresión en estos espacios de efervescencia pública. Frente a los riesgos para los sistemas de salud pública del mundo, sobre todo en tiempos de pandemia, Facebook decidió cerrar hace un par de meses la cuenta de uno de los grupos más grandes grupos antivacunas surgido en EU: Stop Mandatory Vaccination; sin embargo, la lucha contra la desinformación no se reduce a un grupo, para muchos investigadores la mayor amenaza para la confianza pública en una vacuna proviene de grupos de Facebook más pequeños y mejor conectados que incluso luchan contra la vacunación no bajo el apelativo antivacunas, sino ofreciendo alternativas “de medicina natural”.

El libro Antivaxxers. How to Challenge a Missinformed Movement, sostiene que el activismo contra la vacunación está estrechamente vinculado a cómo las personas se ven a sí mismas como miembros de una comunidad. Para el autor, los esfuerzos efectivos a favor de la vacunación deben involucrarse con estos aspectos culturales, más que luchar contra las publicaciones en las redes sociales. La coherencia en los discursos de quienes guían la salud pública de un país y encontrar los puntos de cohesión culturales, puede llenar de mejor forma los vacíos que intenta llenar la desinformación.

Hace algunos meses, precisamente en las páginas de esta sección, Ricardo Trujillo, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM hablaba del rechazo de estos grupos a una vacuna que ni siquiera existía. Ahora, cuestionado sobre si la postura de estas personas puede variar con más evidencias sobre el Covid-19, el catedrático responde: “No han cambiado las posturas de las personas que integran los grupos antivacunas desde que las vacunas se convierten en una realidad. Incluso con evidencia fehaciente, es muy raro cambiar la postura. El ser humano es conservador en el sentido de la comunidad y el área de confort donde están sus creencias y que implican una forma de seguridad (aunque involucre incluso una conspiración), así que salirse de este pensamiento no solo implica ruptura con la creencia cognitiva misma, sino que implica una postura diferente frente a los grupos sociales con los que empatiza. No importa el argumento, sino la creencia del grupo al que pertenezco”, señala apuntando que lo que se debe hacer es apelar a la responsabilidad de todos no en lo individual, sino en lo colectivo. “Esa es la mejor vacuna. Si fuéramos responsables colectivamente probablemente lo que vivimos ahora sería menor”.

El doctor Rafael Mandressi, quien participará en el XXX Coloquio Internacional “El sistema de salud, la salud del sistema” (abierto a todo público y organizado por 17, Instituto de Estudios Críticos del 18 al 23 de enero), señala que frente a problemáticas de este tipo la gama de posibilidades para los sistemas de salud es amplia, pero con retos complejos. “En realidad la problemática sanitaria en general, y de la pandemia en particular, no es solo sanitaria. Está inserta en contextos sociales, económicos y políticos, de modo que todo lo que se ponga en práctica en relación con una campaña de vacunación son acciones de tipo político-administrativo”.

Asegura que un reto para los sistemas de salud pública sería brindar información de mucha calidad, pero al alcance de los ciudadanos. “Esto no es sencillo, entre otras cosas, por la existencia de una gran cantidad de vacunas disponibles, las políticas de adquisición de las mismas y la geopolítica de la vacuna que

se traza detrás de esto. Por otra parte, los sistemas de salud tienen que asegurar el cumplimiento del objetivo: disponer de las dosis y organizar la logística necesaria para que la campaña sea adecuada, y si fuera posible, exitosa”.

Apunta que esto implica a muchos niveles de organización de acciones sanitarias, pero que al final validarían las promesas y trascenderían el discurso en la apuesta más grande de vacunación en nuestra historia.

Datos

Más de 2 millones de personas han fallecido por Covid-19 en el mundo.

Desde el siglo XVIII hubo grupos que rechazaron los métodos de vacunación al inicio de las investigaciones.

Frases

“Desde que inició la inoculación curativa en el siglo XVIII, hubo personas que se alzaron con voces de rechazo, escepticismo y temor”. Rafael Mandressi. Investigador del CNRS en París.

“No han cambiado las posturas de las personas que integran los grupos antivacunas desde que las vacunas se convierten en una realidad”. Ricardo Trujillo. Facultad de Psicología UNAM.

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