El Palacio de Buckingham salió ayer de su mutismo y replicó a los duques de Sussex, Harry y Meghan, con un mensaje conciliador en el que aseguró que abordará las “preocupantes” acusaciones de racismo y maltrato psicológico que estos hicieron en una entrevista en Estados Unidos.
Entre la paz y la guerra, la reina Isabel II parece haber elegido la paz. La Casa Real se hallaba bajo fuerte presión para responder a las acusaciones contra la familia real, un escándalo que amenaza con sumir a la monarquía en su peor crisis en décadas.
“Las cuestiones planteadas, en particular la de la raza, son preocupantes. Aunque algunos recuerdos pueden variar, se toman muy en serio y serán tratadas por la familia en privado”, afirmó un comunicado difundido por el Palacio de Buckingham en nombre de la monarca.
Fueron solo 61 palabras. Las suficientes para intentar demostrar la empatía que precisamente la pareja aseguraba no hallar en la Casa de los Windsor.
“Toda familia se entristece de conocer en su plena dimensión lo duros que han sido estos últimos años para Harry y Meghan”, así comienza el comunicado, que será probablemente la primera y última manifestación oficial sobre el tema.
La demoledora entrevista que Harry y Meghan concedieron a Oprah Winfrey ha conmocionado a Reino Unido, en particular la afirmación de que un miembro de la familia real inquirió sobre cuál sería el color de la piel del hijo de la pareja, Archie, antes de que naciera.