Aunque nuestras mascotas son nuestras mejores amistades también pueden representar un riesgo. De acuerdo con una investigación realizada por expertos de la Universidad de Wisconsin-Madison los gatos, a través de un arañazo, podrían infectar a las personas de una bacteria que provocaría esquizofrenia.
De acuerdo con el trabajo encabezado por Erin Lashnits, del Departamento de Ciencias Médicas, se encontró evidencia de infección por Bartonella en la sangre de las personas con trastorno esquizoafectivo.
“Los investigadores han estado analizando la conexión entre la infección bacteriana y la enfermedad neuropsiquiátrica durante algún tiempo”, señaló la especialista que comenzó su estudio en la Universidad Estatal de Carolina del Norte.
La experta afirmó que ha habido trabajos en los que se sugiere que la posesión de un gato está asociada con la esquizofrenia debido al parásito zoonótico Toxoplasma gondii, aunque no se ha contado con evidencia de ello; sin embargo, optaron por buscar otro agente infeccioso: la Bartonella.
Los gatos pueden infectarse de esta bacteria ante la exposición a pulgas y garrapatas, que son vectores naturales de la bacteria, siendo así los mininos pueden ser anfitriones de hasta 40 especies de Bartonella, hasta hace poco relacionada con una infección de corta duración.
Y aunque aún se desconoce qué causa algunas enfermedades neuropsiquiátricas, los investigadores están entendiendo más los trastornos en las redes cerebrales. El estudio de Lashnits fue publicado en la revista Vector-Borne and Zoonotic Diseases.
De acuerdo con un comunicado de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, para la investigación se contó con la participación de 17 pacientes con esquizofrenia, de los ciales 12 tenían ADN de Bartonella en la sangre, en comparación con solo uno de los 13 del grupo de control.
“Es importante recordar que nuestro estudio no pudo demostrar por diseño un vínculo causal entre la infección por Bartonella y la esquizofrenia. Sin embargo, creemos que este estudio de observación inicial apoya firmemente la necesidad de una investigación de seguimiento”, dijo Flavio Frohlich, profesor asociado de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte.