UNIVISIÓN
En la lucha de poderes de la Federación Mexicana de Fútbol, siempre hubo dos antagonistas claros: los directivos y federativos, y los jugadores.
Pero hoy ha sido el gremio menos esperado el que ha detenido de un plumazo la actividad de la Liga MX y dado un golpe de timón a esos poderes explícitos.
Porque los árbitros, tomaron una determinación inédita y de un golpe han enseñado que su palabra, y su poder, también cuentan en el fútbol mexicano.
Lo que amenazaron tantas veces los futbolistas con amagos y aproximaciones, hoy lo han hecho los árbitros con apenas un par de advertencias previas.
Basta recordar a la generación de futbolistas que acudieron a Ecuador 93, la primera a la que México fue invitada, y sus muy loables peticiones. La principal: la desaparición del entonces recién formado draft que vulneraba, según explicaron, los derechos de los jugadores.
Luego de amenazar con no asistir al evento continental, el grupo que incluía a jugadores como Jorge Campos, Claudio Suárez, Alberto García Aspe, Benjamín Galindo y Hugo Sánchez, solo por citar algunos, decidió participar en la Copa América con la promesa de los directivos de que se revisaría el Régimen de Transferencias.
Veinticuatro años más tarde, con alguna adecuación, sigue vivito y coleando.
Tan olvidados y marginados siempre, los de negro han levantado más que la voz y el silbato este viernes. Han enseñado una pizca de valor inédito por completo en el fútbol mexicano.
Han hecho lo impensable y han dado un paso del que seguramente se hablará en el futuro. Un paso de pura dignidad, porque su protesta viene de un par de determinaciones de la Comisión Disciplinaria que dio un tibio castigo, donde ellos querían uno ejemplar.
Dos de sus miembros fueron agredidos en la jornada de media semana de la Copa MX. Fernando Hernández se enfrentó a la cólera de Pablo Aguilar, del América, que le dio un cabezazo. Mientras Miguel Ángel Flores hizo lo propio con la furia de Enrique Triverio del Toluca.
La lectura de los hechos de directivos y árbitros, son muy distintas. Y seguramente lo seguirán siendo. Ahora mismo, a falta de ver cómo se desarrolla todo en los próximos días, hay un par de cosas ciertas en medio de la tormenta.
Los árbitros son el gremio más unido del fútbol mexicano y lo que han hecho no tiene vuelta atrás.
Solo hay dos opciones a partir de este punto, que la rebelión de los árbitros quede en mera anécdota, que sería tristísimo, o que trascienda y resulte ser un parteaguas para el fútbol mexicano. Qué sea para bien.