Inicia formalmente la carrera para elegir al relevo de Barack Obama con las elecciones internas de Iowa, y todo se desarrolla en territorio desconocido.
En buena medida por la irrupción del magnate de bienes raíces Donald Trump.
Sin experiencia política, y sin seguir la ortodoxia ideológica, Trump puso de cabeza ya a la clase dirigente del Partido Republicano al ubicarse como el favorito en los primeros estados que celebran contiendas internas para definir al candidato presidencial.
Por el lado del Partido Demócrata, la ex Primera Dama Hillary Clinton intentará apagar la amenaza de su rival más cercano, el senador Bernie Sanders, quien ha mermado en las últimas semanas la ventaja de la también ex Secretaria de Estado.
“Estamos en un territorio no explorado, y hay varias posibilidades sobre qué puede ocurrir”, dijo a Jeremy Mayer, especialista en gobierno en la Universidad George Mason en Virginia.
Por ello, se perfila un rompimiento respecto a los últimos 60 años, cuando las primarias iniciales eran suficiente para determinar al eventual candidato.
Ahora, es muy probable que el proceso de nominación se prolongue hasta julio, cuando los partidos sostienen convenciones para que delegados -votados por medio de las internas en los distintos estados- sufraguen en nombre de sus electores y definan al candidato.
Hasta ahora, contra pronósticos de 2015 que avizoraban una caída en su apoyo, Trump mantiene sólidas ventajas en las primeras entidades en el calendario.
En Iowa llega a las asambleas con al menos 5 puntos de ventaja, según un sondeo del Des Moines Register y Bloomberg.
Mientras que en New Hampshire, donde la votación será el próximo 9 de febrero, acumula 18 puntos por encima de los otros contendientes republicanos, de acuerdo con un promedio de encuestas de RealClearPolitics.
Pero conseguir esos dos estados no necesariamente significa que el triunfo ya es de Trump.
Para empezar, los delegados de Iowa sólo suman el uno por ciento de todos los que acudirán en julio a la Convención Republicana.
Y en 2008, por ejemplo, el ex Gobernador de Arkansas Mike Huckabee obtuvo la mayoría de los votos republicanos en Iowa, sólo para desaparecer de la contienda poco después ante falta de apoyo en otras entidades.
Mientras que en el 2000, el senador John McCain ganó la primaria en New Hampshire, pero el eventual candidato -y Presidente- fue George W. Bush.
Por lo que se mantiene viva la posibilidad de que otro aspirante logre unir a las fuerzas anti Trump en las próximas semanas.
Pero el avance del magnate no sólo es amenaza para la ortodoxia republicana, sino para la demócrata al poder atraer a los votantes descontentos de ambos partidos
“(Trump) atrae y capta la atención. Pero su mensaje no es tanto conservador como populista. Va en el estilo de ‘ellos contra nosotros’, ‘nosotros contra las élites'”, explicó Dante Scala, politólogo de la Universidad de New Hampshire.
Del lado del Partido Demócrata, Clinton tiene a su favor el apoyo de las élites y su campaña apuesta a un triunfo en Iowa para desterrar la idea que Sanders, un senador autocalificado como socialista democrático de 74 años y popular entre los jóvenes, pueda desbancarla.
El sondeo de Des Moines Register los tiene en virtual empate.
“Pienso que aún es más probable que Hillary sea la nominada. Si fuera atacada por alguien más joven y alguien con la capacidad de acercarse a los líderes del Partido, como lo hizo Obama en 2008, ella estaría en más problemas”, destacó Mayer, de la Universidad George Mason.
Luego de las primeras contiendas de Iowa y New Hampshire, la lucha por las candidaturas se trasladará a Nevada y Carolina del Sur.
Y, posiblemente, se extenderá hasta julio, cuando ambos partidos celebrarán las convenciones.
Agencias