Playa del Carmen, de 21 junio.- El “Polvo del Sahara” o “arena del desierto” llegaría a México la próxima semana, a través de la Península de Yucatán, lo que redundaría positivamente en el desarrollo de la flora y en evitar catástrofes naturales aunque podría causar problemas de alergias y respiratorios por los efectos que causa en el ambiente, advirtió Antonio Morales Ocaña
El meteorólogo de la Dirección Municipal de Protección Civil en Solidaridad añadió también que la presencia de grandes cantidades de polvo arrastradas por el viento desde el norte de África hacia el Caribe Mexicano podría provocar una temporada de estiaje más extrema.
“Está atravesando todo el océano Atlántico y está llegando a la península de Yucatán, en forma menor al Golfo de México, pero si sobre nosotros está bastante grave este fenómeno… provoca disipación de nubosidad, porque es un polvo, y son temperaturas muy altas en niveles medios y hasta de la atmósfera”, explicó.
De acuerdo con el especialista, las toneladas del polvo del Sahara, por lo regular, llegan cada año a la región del Caribe y están cargadas de elementos como hierro, calcio, fósforo, silicio y mercurio, que hacen reacciones químicas con las propiedades del agua de mar y evitan tsunamis a gran escala o tornados acuáticos severos.
Además, propician la evolución de flora endémica en ciertas zonas, pues sirve como fertilizante natural o abono para las plantas de la región.
“Esperamos que si esto se mantiene, disminuya los ciclones tropicales; sin embargo, estos se pueden dar, pero más hacia la zona del Atlántico, el Atlántico Central, hacia la parte norte”, previó.
Morales Ocaña ha estudiado este fenómeno desde hace más de 10 años, luego de las primeras alarmas en Puerto Rico, en donde comenzaron a observar que los casos de gente con padecimientos pulmonares, asmáticos, y relacionados, aumentaban por la llegada de este polvo.
Finalmente, comentó que los efectos del polvo incidirán en una ausencia de lluvias, sin embargo, en temporada de huracanes ello resulta benéfico, pues impediría la formación de ciclones en el Océano Atlántico y en el Mar Caribe.