Chilpancingo— El alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, fue asesinado y decapitado el pasado domingo, a solo seis días de haber asumido el cargo, en un hecho que ha generado indignación y críticas por la falta de respuesta de las autoridades. A pesar de las peticiones de apoyo que Arcos habría hecho a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, no se registró ningún refuerzo de seguridad en la capital del estado, lo que dejó al edil expuesto ante las amenazas del crimen organizado.
Fuentes cercanas revelaron que el alcalde estaba bajo la presión de dos grupos criminales, “Los Tlacos” y “Los Ardillos”, que se disputan el control de la región. Según las mismas fuentes, el incumplimiento de acuerdos con alguno de estos grupos podría haber sido la causa de su ejecución.
El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, afirmó que Arcos nunca solicitó protección de la Guardia Nacional y que, el día de su asesinato, se trasladaba solo y sin escolta hacia la comunidad de Petaquillas, controlada por “Los Ardillos”.
Antes de su muerte, dos colaboradores cercanos de Arcos también fueron asesinados. El capitán Ulises Hernández, quien iba a ser secretario de Seguridad municipal, fue ejecutado el 27 de septiembre, y Francisco Gonzalo Tapia, secretario del Ayuntamiento, fue asesinado el 3 de octubre. Tras estos hechos, Arcos intentó sin éxito contactar a la gobernadora Salgado, quien no respondió a sus llamadas.
El asesinato de Arcos ha provocado una ola de indignación en Chilpancingo, donde se ha convocado una manifestación para exigir justicia. Su esposa, Sandra Solís, ha anunciado su participación en la protesta, mientras que el suplente del alcalde, Gustavo Alarcón Herrera, ha confirmado que asumirá el cargo y ya cuenta con protección por parte del gobierno estatal.
Hasta ahora, la gobernadora Salgado no ha dado declaraciones públicas sobre la investigación, limitándose a condenar el asesinato en un breve mensaje.