En la determinación de luchar siempre por el nacional socialismo, doctrina política del desaparecido partido nazi alemán, el llamado ‘asesino de Oslo’, Anders Behring Breivik, aseguró que el Estado noruego ha intentado matarlo durante cinco años.
El ultranacionalista de 37 años regresó a la improvisada sala de audiencias en la prisión de Skien, donde cumple 21 años por el asesinato de 77 personas en julio de 2011, para declarar en relación a su demanda por presunta violación a sus derechos humanos.
A diferencia de la víspera, y a petición de la juez Helen Andenaes Sekulic que lleva el caso de Breivik contra el Estado de Noruega, el joven de extrema derecha evitó repetir el saludo “nazi” que hizo la víspera al comenzar la primera audiencia.
En el estrado, Breivik se calificó a sí mismo como un reo ejemplar y afirmó que el Estado noruego “ha estado tratando de matarme por cinco años” ya que lo ha mantenido aislado desde su arresto tras cometer los ataques en Oslo y en la cercana isla de Utoya en 2011.
El asesino confeso describió también las condiciones de su aislamiento como “tortura” y se quejó de beber café frío y comer alimentos congelados calentados en horno de microondas, “peor que en un submarino”, enfatizó.
Refirió que sufre de dolores de cabeza, apatía e insomnio, condiciones a las que se suma pérdida de memoria e incapacidad para concentrarse, y protestó por las “humillantes y sin sentido” revisiones corporales a la que ha sido sometido desde hace cinco años.
Breivik acusa al gobierno noruego de infringir dos cláusulas de la Convención Europea de Derechos Humanos, una que prohíbe el “trato inhumano o degradante”, y otra que garantiza el derecho de respeto a la “vida privada y familiar”, así como a la “correspondencia”.
En ese sentido, el joven ultranacionalista hizo una serie de demandas a la corte, como recibir cartas sin censura, interactuar con otros presos y recibir visitas de al menos amigos y seguidores, así como la posibilidad de publicar libros de su autoría.
Breivik cumple una pena de 21 años de cárcel por matar a ocho personas en un ataque con bomba en el centro de Oslo y poco después asesinar a tiros a otras 69 -la mayoría adolescentes- en un campamento juvenil en Utoya, el 22 de julio de 2011, mismo día en que fue arrestado.
En su juicio en 2012 confesó su responsabilidad afirmando que actuó para evitar la “islamización” de su país, aunque este miércoles aseguró que se había adherido a una versión “no violenta” del nacional socialismo, doctrina por la que lucharía “hasta la muerte”.
He luchado por el nacional socialismo durante 25 años y voy a luchar por ello hasta la muerte”, sostuvo Breivik, quien se comparó a sí mismo con el Premio Nobel de la Paz 1983, el líder sudafricano Nelson Mandela.
Declaró que la diferencia entre él y el estadista sudafricano era que Mandela “ordenó la acción”, mientras que él había sido el que “llevó a cabo la acción”, por lo que afirmó que pasaría su vida comprometido con el activismo político, pero sin recurrir a la violencia otra vez.