Italia ha vivido este martes su primer día con medidas sociales y de movilidad restrictivas que buscan contener el avance del coronavirus, que ha dejado al menos 463 fallecidos, mientras Estados como España, Malta, Austria y Serbia han anunciado acciones de bloqueo de sus conexiones con el país.
España ha prohibido la totalidad de los vuelos procedentes de Italia, Malta ha suspendido toda conexión por aire o mar y Austria y Serbia han anunciado que impedirán temporalmente la entrada a su territorio desde Italia.
Medidas de contención que se suceden después de que el lunes el Gobierno italiano anunciara que todo el país se convierte en “zona protegida” y ya no hay una “zona roja”, como había ocurrido hasta ahora con localidades del norte, las más afectadas por el COVID-19.
La gente en Italia puede salir a la calle y moverse por el territorio, pero solo si puede justificar que lo hace por motivos laborales, de salud o de necesidad.
La intención es frenar la propagación del brote, que amenaza con colapsar el sistema hospitalario, con casi 8.000 contagiados actualmente, según el último balance oficial.
China se dispone a enviar a Italia en las próximas horas 2 millones de mascarillas, adelantó este martes el ministro de Asuntos Exteriores, Luigi Di Maio.
El consejero de Sanidad de la región de Lombardía, la más castigada, Giulio Gallera, ha avisado ya de que ese territorio “no soportará otros quince o veinte días con un aumento de las personas en urgencias o en cuidados intensivos”.
Y por eso el presidente de esta región, Attilio Fontana, ha pedido al Ejecutivo de Giuseppe Conte que apruebe acciones aún más estrictas, como “el cierre de todas las actividades comerciales no esenciales” y “del transporte público local”.
“Los doce alcaldes de Lombardía me han pedido que recurra al Gobierno para solicitar un mayor endurecimiento de las medidas, y vamos a presentar hoy esta propuesta”, señaló Fontana, en una entrevista en la cadena de televisión Sky 24.
El gobernador de Véneto, Luca Zaia, se ha mostrado en la misma línea al asegurar que “sería mejor el cierre total para bloquear la infección de forma permanente”, en lugar de “alargar la agonía durante meses”.
La decisión del Gobierno de extender las medidas restrictivas a todo el país ya ha tenido las primeras consecuencias: El Vaticano ha cerrado la plaza y la basílica de San Pedro hasta el 3 de abril y se han pospuesto las elecciones regionales en el Valle de Aosta, previstas para abril, y las municipales de Trentino Alto Adigio, que iban a celebrarse en mayo.
Pero los efectos no se limitan solo al país. Las aerolíneas British Airways y Ryanair anunciaron este martes que cancelan sus vuelos hacia y desde Italia, la primera hasta el 4 de abril y la segunda hasta el día 8 de ese mes.
El Gobierno español ha acordado prohibir todos los vuelos directos desde Italia hacia España durante catorce días, a partir de las 00.01 hora local de mañana miércoles (23.01 GMT de hoy) hasta las 00.00 del 25 de marzo (23.00 GMT del día 24), una medida que podrá prorrogarse por periodos adicionales de catorce días con el acuerdo de la Comisión Europea (CE), en función de la evolución de la epidemia.
Austria prohibirá, desde mañana, la entrada al país a cualquier persona si procede de Italia, a excepción de aquellas que presenten un certificado médico o tengan un lugar donde puedan permanecer totalmente aisladas durante dos semanas.
Malta ha interrumpido desde hoy toda conexión por aire o mar con Italia y Serbia también ha vetado la entrada a su territorio de personas desde Italia, Corea del Sur, Irán y algunas zonas de Suiza y China.
Además de por la contención del virus, Italia está preocupada por el impacto económico que se derivará de esta situación.
Por eso, este martes el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, mantuvo una conversación telefónica con la presidenta de la CE, Ursula Von der Leyen, para dialogar sobre posibles medidas europeas en relación a la emergencia, según un comunicado de la Jefatura del Gobierno italiano.
Conte ya avisó el lunes de que Italia estudia pedir mayor margen para incrementar su déficit previsto para 2020, después de haber solicitado recientemente una desviación del gasto público del 0,3 % del producto interior bruto (PIB), que incrementa el déficit para 2020 del 2,2 % estimado en septiembre al 2,5 %.