Un nuevo estudio reveló que el calentamiento global producirá el aumento de temperaturas de las ciudades, a finales del siglo, calentándolas a temperaturas por encima de los 4 °C, acrecentando la mortalidad y morbilidad humana, del mismo modo afectará en el rendimiento de las personas por la demanda energética que provocará el tiempo meteorológico.
La investigación, publicada en “Nature Climate Change”, explica que las zonas urbanas representan el 3% de la superficie terrestre habitada. Sin embargo, los modelos predictivos se concentran en las condiciones climáticas a gran escala de toda la superficie terrestre. Por lo que era muy difícil conocer el impacto que sufrirían las ciudades en futuro.
Fue así que Lei Zhao, de la Universidad de Illinois, se interesó por delimitar este tipo de modelos climáticos para el estudio de zonas específicas, pues consideró importante conocer el escenario que nos espera dentro de 79 años.
“El calentamiento sustancial en las ciudades puede tener muchos impactos en la vida urbana. Por ejemplo, el estrés por calor podría causar un aumento sustancial de la mortalidad y la morbilidad humanas y una gran reducción de la productividad en el trabajo”, alertó el investigador.
Para estos efectos, los expertos combinaron modelos tanto estadísticos como climáticos con datos de investigaciones previas. Los resultados arrojaron que para finales de este siglo XXI, el calentamiento medio en las ciudades, a nivel mundial, aumentará 1.9 °C con emisiones intermedias y 4.4 °C, en el caso de las sustancias en suspensión altas.
El investigador, del departamento de Ingeniería Civil y Medioambiental del centro de estudios estadounidense, explicó que las ciudades tienden a calentarse por encima de las temperaturas de las áreas rurales. Esto sucede debido a los materiales a los que se recurre para la construcción de edificaciones. Entre los más comunes se encuentran el hormigón y el asfalto, que cuentan con una maleabilidad capaz de absorber más calor. Estos materiales no sólo atraen altas temperaturas, sino que inhiben el enfriamiento, disminuyendo la humedad.
El autor principal del trabajo agregó que las zonas urbanas experimentan mayor “estrés térmico”, escasez de agua, contaminación atmosférica, así como inseguridad energética. Todo esto debido a la gran cantidad de población que se concentran en ellas. De este modo, Zhao señaló la necesidad de incorporar estas variables en las predicciones del cambio climático, pues sólo de esa forma podremos enfrentarnos al futuro clima urbano.
Sin embargo, el científico reconoció que esta tarea supondrá un desafío. Para ello, expresó que “la vegetación o la infraestructura ecológica (como los tejados verdes, los árboles de las calles, los parques y otras zonas verdes) podrían ayudar a reducir la temperatura ambiente urbana mediante la refrigeración por evaporación”. Este método consiste en el enfriamiento del aire mediante la evaporación natural del agua.
Además, -prosiguió el investigador- los árboles también proporcionan sombra para el confort térmico de los peatones. Sin embargo, la eficacia de la refrigeración por evaporación natural depende del sitio donde estén ubicadas las ciudades.
“Investigadores e ingenieros de diferentes campos han propuesto diversas soluciones. Algunas de las más comunes incluyen techos o pavimentos reflectantes, techos verdes, árboles en las calles, paneles solares, edificios inteligentes, etc. Algunas ciudades del mundo también han aplicado algunas políticas para fomentar estrategias basadas en la infraestructura”, manifestó.
Zhao aclaró que, “no existe una solución única para todos. Una medida que funciona bien para una ciudad no necesariamente funciona para otra”. Por lo que espera que las investigaciones, en torno a ciudades particulares, aumenten para “la adopción de decisiones basadas en la información urbana específica local”, pues estas serán necesarias para determinar qué medidas debe adoptar cada ciudad para el futuro, puntualizó.