Por Julio César Silva Cetina
Los transportistas de Cancún parecen estar exentos del brazo de la autoridad. En los últimos 12 años han hecho lo que han querido, como fijar sus tarifas, definir sus rutas y hasta pasar por encima del interés general.
Entre 1989 y 2002 hubo un período de relativa tranquilidad, luego de dos intervenciones de la autoridad para imponer el orden que hoy está ausente, como consecuencia de administraciones municipales que no impulsaron una modernización del sector y se dedicaron a mal manejar lo que el status quo.
En 1989 Cancún era rehén de Transtur, el nombre con el que empezó a operar Turicun. La constante disputa de sus socios y de facciones sindicales por el control de la empresa derivaba casi siempre en balaceras callejeras, hasta que el gobernador Miguel Borge Martín decidió intervenir.
Convenció que uno de los grupos vendiera su parte a la otra y, entre otras medidas, logró controlar el problema.
Sin embargo, siendo la única empresa que ofrecía el servicio de transporte urbano, los directivos del ya conocido como Turicun solían chantajear al gobierno municipal para autorizar alzas en las tarifas, con la amenaza del paro en caso de que no le cumplieran cualquier capricho.
Entonces, la administración municipal de Mario Villanueva Madrid entregó una segunda concesión, a la empresa Autocar, con lo cual Turicun por fin dejó de ser monopolio. Las cosas mejoraron.
Sin embargo, con el paso de los años ambas empresas empezaron a ejercer prácticas monopólicas, acordando acciones de frente al gobierno municipal . Ante los usuarios, no hay forma de diferenciarlas: la misma mala calidad, la misma prepotencia, la mima tarifa, los mismos aumentos, los mismos maltratos.
¿Y la autoridad? Ausente. Desde el primer gobierno diferente al PRI, el de Juan Ignacio García Zalvidea, los transportistas se salieron del control y empezaron a aumentar sus tarifas de manera ilegal, sin que el gobierno municipal pueda aplicar su autoridad.
Ocurrió en el trienio de Gregorio Sánchez Martínez y sucede ahora con Julián Ricalde Magaña. Los últimos gobiernos municipales han sido incapaces de poner en orden a los transportistas que, hoy como en las décadas iniciales de Cancún, funcionan como monopolio.
¿En el futuro habrá un gobierno municipal capaz de poner orden en el transporte, como ya se hizo en alguna ocasión? ¿Habrá un alcalde capaz de promover la competencia para el beneficio de la comunidad?
Ojalá lo haya, porque la ausencia de gobierno es lo peor que puede sucederle a una comunidad y Cancún no lo merece.
Hasta ahora, del gobierno de Ricalde Magaña se puede decir que no picha, no cacha y tampoco deja batear. No enfrentó a los transportistas cuando aumentaron sus tarifas, pero criticó al gobernador Roberto Borge por hacerlo. En fin.