La iniciativa busca incentivr su uso y sería otra señal del giro en la política oficial desde el cambio de gobierno, ya que Donald Trump tenía una actitud ambivalente sobre la protección frente al covid-19 y no estimulaba su utilización
La mayor parte de la atención de la nueva administración federal de los Estados Unidos está puesta en combatir la pandemia del COVID 19. Los esfuerzos van desde la ampliación del proceso de vacunación hasta incentivar el acceso a exámenes, pasando por un plan de reapertura total de escuelas y el pedido de uso obligatorio de máscaras tapa bocas en transportes públicos.
Bajo consideración está la posibilidad de que, a modo de incentivo en su uso, sea el propio gobierno federal el que envíe millones de mascarillas a todos los hogares del país. El proyecto no es nuevo, surgió por primera durante el gobierno de Donald J. Trump, pero su administración terminó descartando la propuesta. Recordemos que el ex presidente tuvo una relación ambivalente con el uso de máscaras. Por momentos las recomendó, por momentos se opuso a ellas.
La administración Biden ha recomendado el uso de tapabocas como la principal barrera para la propagación del virus. Inclusive, esta semana, el doctor Anthony Fauci, director del instituto nacional de alergias y enfermedades infecciosas de Estados Unidos (y prácticamente el único funcionario de la administración Trump que realizó una transición hacia la administración Biden), se mostró a favor del uso de dos mascarillas a la vez.
“Esta es una cubierta física para evitar que entren gotas y virus. Si sobre una capa colocas otra capa, simplemente tiene sentido común que sea más efectivo”, declaraba el principal virólogo del país a la cadena NBC.
Joe Biden aún no ha aprobado el nuevo proyecto, pero fuentes cercanas a la Casa Blanca coinciden en que la idea del envío de mascarillas a los hogares se ha debatido en varias reuniones.
Biden ya ha pedido a los ciudadanos que utilicen máscaras tapabocas durante al menos los primeros cien días de su gobierno, y entre sus órdenes ejecutivas firmadas en la primera semana se encuentra la exigencia de uso de las mismas en transporte público y edificios federales.
“Hay una variedad de opciones para ayudar a proteger a más estadounidenses del COVID 19 e incentivarlos a utilizar las mascarillas, pero aún no se ha tomado una decisión final”, aclaraba la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, quien además reconoció que hay muchos detalles inciertos en el proyecto como la cantidad de mascarillas que se podrían enviar por hogar, si serían descartables o reutilizables y hasta el costo del programa.
En su momento, cuando el proyecto surgió durante la administración Trump, los oficiales a cargo determinaron que en lugar de enviar las mascarillas a los hogares, se enviarían a agencias federales en todo el país, edificios públicos y organizaciones sin fines de lucro que las repartirían entre la población.
Bajo dicho programa del anterior gobierno, se firmaron contratos entre el Departamento de Salud y Servicios Humanos y fabricantes textiles para la producción masiva de mascarillas, bajo el programa America Strong, por 640 millones de dólares.
A diferencia de lo que ocurría con la anterior administración, en el gobierno de Biden se le exige a todos los funcionarios de la Casa Blanca llevar puesta una mascarilla en todo momento. La propia secretaria de prensa llega con su boca y nariz cubierta a las ruedas de prensa diarias, y se las descubre sólo al momento de dar declaraciones desde el podio. Biden mismo se muestra siempre con una mascarilla puesta, incluso durante reuniones en el salón oval.