Cancún, 9 de septiembre.- El cambio de uso de suelo para producir alimentos es una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad y en el caso de América Latina, se refleja en una mayor pérdida en mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces entre 1970 y 2016 reporta el Informe del Planeta Vivo de WWF.
En su edición de este año, la emblemática publicación de WWF subraya que globalmente las poblaciones monitoreadas de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios han disminuido en 68% en promedio; en América Latina el resultado es aún más impactante con una reducción en promedio del 94%.
Asimismo, subraya que la pandemia del COVID-19 recuerda cuán entrelazada está la salud humana con la naturaleza y llama a revolucionar la manera “como nos relacionamos con el planeta”.
El Informe “del Planeta Vivo” se dio a conocer esta tarde a todo el mundo de manera virtual, destaca que el motor más relevante de la pérdida de biodiversidad en los sistemas terrestres es el cambio de uso de suelo, principalmente la conversión de hábitats nativos prístinos, bosques, praderas y manglares, en sistemas agrícolas, mientras que gran parte de los océanos ha sufrido sobrepesca.
“La conclusión es clara: la naturaleza está siendo transformada y destruida a una velocidad sin precedentes en la historia, con un costo muy alto para el bienestar del planeta y de la humanidad. La pérdida de biodiversidad es un auténtico reto para la economía, el desarrollo y la seguridad global”, indicó Roberto Troya, Director Regional de WWF para América Latina y el Caribe.
El reporte ofrece como uno de sus parámetros más relevantes el Índice del Planeta Vivo (IPV) que mide la abundancia de casi 21,000 poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios a nivel global.
El IPV recoge estas tendencias poblacionales para calcular sus cambios porcentuales medios en términos de abundancia entre 1970 y 2016.
El reporte puntualiza también que gran parte de la disminución general del IPV de América Latina y el Caribe se encontró en las tendencias negativas de reptiles, anfibios y peces, grupos que se ven afectados por una variedad de amenazas.
Para los reptiles, éstas incluyen el cambio de uso de suelo y la sobreexplotación, que los peces de agua dulce son los más afectados por la sobreexplotación y la fragmentación del hábitat debido al desarrollo de la energía hidroeléctrica, que se prevé represente un desafío aún mayor en el futuro.
En tanto, para los anfibios, las enfermedades y la pérdida de hábitat son las mayores amenazas.
En ese sentido, el índice de este año incluye casi 400 especies adicionales y 4.870 poblaciones más que el último Informe que se publicó en 2018, con una representación mejorada en la mayoría de las regiones y grupos taxonómicos, particularmente especies de anfibios.
De acuerdo con el Informe, en América Latina y el Caribe la pérdida de biodiversidad se debe en un 51.2% a los cambios de uso de suelo, incluyendo la pérdida de hábitat y la degradación de los suelos.
Esto implica la modificación del medio ambiente donde vive una especie, por remoción completa, fragmentación o reducción de la calidad del hábitat clave. Los cambios comunes son causados por la agricultura insostenible, la infraestructura, el crecimiento urbano, la producción de energía y la minería, mientras que para los hábitats de agua dulce, la fragmentación de ríos y arroyos y la extracción de agua son amenazas comunes.
En este sentido, también destaca la relevancia del suelo como un componente crucial del entorno natural, cuyo papel vital para la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de los que dependemos suele subestimarse.
Se advierte que sin la biodiversidad del suelo los ecosistemas terrestres pueden colapsar, pues hasta el 90% de los organismos vivos de estos ecosistemas, incluidos algunos polinizadores, pasan parte de su ciclo de vida en estos hábitats.
Además, refiere que la variedad de sus componentes, llenos de aire y agua, crea una increíble diversidad de hábitats que sustentan nuestra vida en el planeta.
En cuanto a la pandemia global de COVID-19, el doc8umento refiere que está causando un enorme sufrimiento humano y numerosos trastornos sociales y económicos, que si bien los orígenes exactos del coronavirus siguen siendo inciertos, hasta el 60% de las enfermedades infecciosas actuales proceden de animales, y casi las tres cuartas partes de éstas de animales silvestres.
“La pérdida de hábitats, la modificación de ambientes naturales y, en general, la pérdida de biodiversidad son factores que han propagado las enfermedades infecciosas emergentes. Las enfermedades que se originan en animales causan casi 3 millones de muertes cada año. Para prevenir futuras pandemias tenemos que cambiar y restaurar la relación de la humanidad con la naturaleza”, comentó María José Villanueva, Directora de Conservación de WWF México.
El Informe del Planeta Vivo concluye que a fin de revertir esta pérdida de biodiversidad, la conservación es fundamental pero no suficiente. Exige transformar los patrones de producción y consumo de alimentos, impulsar un modelo donde los límites del planeta sustenten las decisiones políticas y económicas, y emprender acciones que ayuden a detener los motores del cambio de uso de suelo, reducir los desechos y favorecer dietas más saludables y sostenibles. (Galu Comunicación)