Remedios Yujra, de 42 años, aspira profundamente el vaho de una cocción de hierbas usadas ancestralmente por los aimaras para purificar sus pulmones mientras atraviesa una cámara nebulizadora instalada en la ciudad andina boliviana de El Alto.
Como Remedios, miles de bolivianos confían en las propiedades benéficas del eucalipto, la wira wira y la manzanilla, plantas antibacterianas, expectorantes, febrífugas y sudoríficas que, según los médicos tradicionales, ayudan a crear un manto inmunológico contra el coronavirus.
Se siente “bien lindo, puro vaporcito con plantas medicinales, ¡qué lindo!”, exclama Remedios tras salir de la primera de las diez cámaras artesanales de plástico que se instalarán en el barrio de Alto Lima de la ciudad de El Alto, a 3.800 metros de altitud y vecina de La Paz, habitada mayormente por migrantes aimaras.
La asociación de Médicos tradicionales Inca Roca, que instaló la cabina, remplazó el habitual nebulizador de hipoclorito de sodio por un hervido de eucalipto, wira wira (huira huira) y manzanilla, plantas que usan los indígenas bolivianos cuando están resfriados. La farmacia nacional tiene también a estas plantas en su posología, por ejemplo en antitusivos.
Con esta iniciativa “estamos previniendo el coronavirus, porque por un resfrío, por la tos puede comenzar (a expandirse) la pandemia”, dice a la AFP la médica tradicional Judith Condori Apaza, quien puntualiza que de modo alguno esta es una cura contra el mal que ataca desaforadamente al planeta.
“Inhale y exhale con fuerza, así vamos a ayudar a que (el vapor) ingrese a los pulmones y libere las vías respiratorias”, indica uno de los colegas de Condori a un vecino de El Alto dentro de la cámara.
“Tenemos el conocimiento de que este virus se aloja primeramente en las vías respiratorias y tiene una pequeña cápsula que podemos eliminarla, que se debilite con estas plantas medicinales”, explica el médico al hombre que acaba de tratarse con vapores de plantas.
El procedimiento “más que todo es en aspecto preventivo”, apunta Felipe Néstor Quilla, viceministro de Medicina Natural.
“En este momento no tenemos para ofrecer una cura, sino lo que estamos haciendo es coadyuvar métodos a través de plantas medicinales para prevenir principalmente”, aclara cuando se le pregunta si cree que estas plantas ayudarán a frenar la pandemia.
Se trata de “fortalecer el sistema inmunológico. El vapor se impregna en la porosidad del cuerpo protegiéndolo de microorganismo y bacterias dañinas”, explica Quilla.
El neumólogo Andrei Miranda, médico de la clínica de la Caja Petrolera, sostiene que “evidentemente (el eucalipto) ayuda a la desinfección” pero “lamentablemente el eucalipto como elemento de desinfección para el coronavirus no tiene un estudio determinado”.
Sin embargo, “hay que respetar la cultura del país” y “de que puede coadyuvar, puede coadyuvar, pero no podemos cometer el error de hacer cámaras de desinfección únicamente con elementos herbarios”, sostiene. La parte ancestral “tiene que ir de la mano” con la parte científica, agrega.
“Las carpas de desinfección son una parte de ayuda, pero no es el elemento fundamental”, sino el distanciamiento social, el lavado de manos, el uso de gel de alcohol, el uso de barbijo y otras medidas recomendadas por organismos internacionales de salud, señala Miranda.
Sin embargo, no es éste el único aporte de la población para defenderse de la CODIV-19, que hasta ahora ha contagiado a unos 400 bolivianos y ha provocado 28 muertes.
Por ejemplo, el ambientalista Álex Vilca está construyendo cabinas desinfectantes de manera masiva en la región surandina de Oruro, donde el coronavirus ha rebrotado luego de 22 días sin contagios.
Una vez que una persona ingresa a la cabina, un sistema que bombea hipoclorito de sodio la fumiga automáticamente por cinco segundos, “eliminando el 100% de los virus impregnados en su ropa y cuerpo” en pocos minutos, dice Vilca a periodistas.
En medio de una precariedad de recursos sanitarios, muchos bolivianos fabrican artesanalmente tapabocas o máscaras de protección facial de acetato transparente.
Para combatir la pandemia, las autoridades han alargado el confinamiento nacional hasta el 30 de abril, mientras algunas ciudades, como Santa Cruz, donde se concentra la mitad de los infectados, están militarizadas.