Cancún.- Aunque las actividades religiosas de la Iglesia Católica, incluidas las misas, continúan sin mayores cambios, eventos masivos de Semana Santa, como las misiones a comunidades rurales, o el Viacrucis Viviente de Playa Delfines, han sido cancelados, debido a la contingencia sanitaria generada por el coronavirus, reveló el obispo de la Diócesis Cancún-Chetumal, Pedro Pablo Elizondo Cárdenas.
Entrevistado después de su habitual misa de mediodía en la Catedral de Cancún, el prelado señaló que cada parroquia hará su propio viacrucis, en su escala local, pero evitando ya eventos de grandes multitudes, como la ya popular conmemoración de Viernes Santo en “El Mirador” de Cancún, que este año cae el 10 de abril.
El obispo enfatizó que, hasta ahora, se mantiene la fase uno de los protocolos preventivos, que corresponde a cuando se tienen casos importados del COVID-19, eso significa que las misas y otras actividades continúan normalmente en la Iglesia, con las prevenciones ya tomadas (no estrechar manos al darse la paz y tomar la ostia en la mano, no en la boca).
Indicó que cuando se llegue a la fase 2, se tomarán las medidas que se soliciten, pero no deben precipitarse y generar pánico innecesario, comentando que en Colombia, donde ya se está en esa etapa, se aumentó el número de misas, para que tener menores congregaciones.
Elizondo Cárdenas exhortó a evitar el pánico y mantener la Fe, descartando que se trate del fin del mundo, pues eso es algo que nadie sabe cuándo ocurrirá. Solicitó a orar y rogar para que Dios y la Virgen de Guadalupe protejan a su pueblo.
“Acérquense a Dios. Si ahora tendremos más tiempo, pues ese desenfreno habitual ahora se detiene, nos puede servir para reflexionar, orar y tomar todas las medidas que se nos recomiendan, por todos los gobiernos y expertos”, comentó.
El obispo dijo que lo que más tristeza le causa es que incluso sin la llegada del coronavirus, se sufren consecuencias económicas “desastrozas”, por la caída en el turismo, lo que genera desempleo.
Comentó que muchas familias viven del día a día, y al quedarse sin trabajo, por descansos solidarios o despidos, caen en una situación precaria, sin tener pan que llevar a su mesa o para pagar su renta.
Puso como ejemplo que el pasado 9 de abril, la mayoría de las mujeres en la hotelería acudieron a trabajar, aunque no se les iba a penalizar si se ausentaban, porque necesitan las propinas para sostener a sus familias.
“Ojalá el sector hotelero puedan apoyar a estas personas, que viven al día. Que los gobiernos los apoyen, que les lleven despensas”, comentó. “Si dejan a esas personas dos meses sin trabajo, ¿no aumentará la delincuencia? Eso es lo grave”.
La Iglesia aporta muchos alimentos a través de Cáritas, además de tener la Ciudad de la Alegría con una estructura para apoyar, esperando que supermercados puedan ayudar por medio de donaciones.
El obispo recordó que durante el huracán Wilma repartieron muchas toneladas de alimentos, y que la anterior contingencia sanitaria (AH1N1) fue incluso peor que Wilma, al escasear el empleo.
“Habrá gente muy necesitada”, advirtió.