El día 20 de este mes Cancún cumplió 46 años de fundada. En el marco de este aniversario se llevó a cabo una reunión de cronistas de 24 Ciudades Mexicanas, y como invitado de honor estuvo el Cronista de Guatemala, don Miguel Alvarez Arévalo. En este reunión se presentó el segundo tomo de un libro esencial, una verdadera enciclopedia: Fundación de Ciudades Mexicanas.
En la presentación del citado libro el autor de esta columna, a invitación de Fernando Martí, Cronista de nuestra ciudad, leyó un texto del cual transcribo unos párrafos:
La fundación de las ciudades de México y de cualquier otra parte del mundo es obra de una conjunción de factores, entre ellas el azar.
Las ciudades se fundan en las orillas de los ríos, cerca de las costas, en el imán de los oasis, en medio de agrestes selvas y pantanos, encima de piedras próceres vencidas por el invasor, y también sobre sueños, edificadas por mitos y sostenidas por delirios de siglos.
En las ciudades mexicanas está la radiografía de nuestro país. De lo que ha sido, de lo que es y también de lo que será.
La Fundación de Ciudades Mexicanas, cuyo segundo tomo se presenta hoy, es un proyecto ambicioso cuyos alcances rebasarán, sin duda, las predicciones o vaticinios de sus autores y de sus promotores.
Tenemos el segundo volumen de este proyecto de alcance nacional. Y tenemos el orgullo de que en Cancún haya estado su génesis.
Los Cronistas son herederos de una larga tradición que no surgió con Bernal Díaz del Castillo, sino con los escribas prehispánicos que hicieron del tiempo una obsesión y una luz siempre inalcanzable.
Gabriel García Márquez describe la fundación de Macondo:
“José Arcadio Buendía soñó esa noche que en aquel lugar se levantaba una ciudad prodigiosa con casas de paredes de espejo. Preguntó que ciudad era aquella y le contestaron con un nombre que nunca había oído, que no tenía significado alguno, pero que tuvo en el sueño una resonancia sobrenatural: Macondo. Al día siguiente convenció a sus hombres de que nunca encontrarían el mar. Les ordenó derribar los árboles para hacer un claro junto al río , en el lugar más fresco de la orilla, y allí fundaron la aldea”.
Los Cronistas son, más que fedatarios del acontecer de sus ciudades, albaceas de sueños y esperanzas.
A diferencia de Macondo, nuestras estirpes no están condenadas a cien años de soledad, y, por lo tanto, siempre tendrán una segunda oportunidad en la tierra.
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