Colombia, 26 de abril.- Hospitales con pocas camas y sin rayos X, recorridos por río de 6 horas a 3 días para ir a un centro de salud, cuerpos tirados en las calles tapados con una sábana.
La ecuatoriana Guayaquil, las amazónicas Manaos en Brasil e Iquitos en Perú son tres de las ciudades latinoamericanas más afectadas por el nuevo coronavirus.
Estas urbes se han convertido en los epicentros del Covid-19 de sus países.
Los sistemas sanitarios y funerarios han colapsado, o están a punto de hacerlo, por la forma descontrolada como avanza la enfermedad, que ya deja más de 125 mil casos y unos 6 mil muertos en la región, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y lo peor: el pico máximo del Covid-19 ni siquiera ha llegado y se espera para mediados o finales de mayo.
“Guayaquil ha vivido una de las tragedias más grandes de la historia”, dijo el viernes Cynthia Viteri, Alcaldesa de esta ciudad.
La segunda ciudad en importancia de Ecuador pasó de ser el centro económico del país a escenario de una situación dantesca: gente sacando de sus hogares cadáveres y dejándolos en las calles con una sábana encima, personas emprendiendo durante semanas búsquedas desesperadas de sus familiares en las morgues y después soportando una espera de hasta cuatro días para enterrarlos.
Guayaquil suma más del 50 por ciento de casos de todo el país.
“En un camposanto aquí en Guayaquil antes de la pandemia tenían un promedio de 10-20 sepelios diarios. Luego vi la lista de fallecidos y tenían 140 a las 5.30 de la tarde”, dijo Merwin Terán, presidente de la Asociación de Funerarias del Guayas, provincia de la que Guayaquil es capital.
“No me pueden decir que no son porque… ¿De dónde salió tanto muerto? Eso era Covid, no quedaba nada más”.
En Manaos, la emergencia afecta tanto a los vivos como a los muertos.
Los hospitales están colapsados y los ataúdes ya no caben en su mayor cementerio, por lo que ahora se colocarán los cuerpos en fosas comunes. De un promedio de 20 a 35 entierros diarios se ha pasado a casi 100.
Pocas camas y casi equipo nulo para los casos graves, congeladores recién instalados en un hospital para almacenar los cadáveres, trabajadores en trajes protectores trasladando cuerpos y excavadoras abriendo agujeros en el cementerio.
Con 700 contagiados y 23 muertos, la región de Loreto ocupa el cuarto lugar en Perú.
Los números no parecen catastróficos, pero ya colapsaron la morgue del hospital provincial, que no puede recibir más cadáveres y muchos permanecen apilados dentro de bolsas negras.
Iquitos, la mayor ciudad de la Amazonía en Perú, es la que concentra la mayoría de los problemas de la región, en la que medidas de contención como cuarentenas o uso de mascarillas son prácticamente inexistentes y que además incluye a las comunidades indígenas a su alrededor, que viven alejadas de los hospitales y centros de salud.
De seis a ocho horas y hasta tres días por río. Eso es lo que a los habitantes de la zona les toma llegar a esos puestos de salud.
“Más del 60 por ciento de las comunidades carece de postas médicas y las que existen están desabastecidas, no cuentan con equipos ni medicamentos y difícilmente se aplica el enfoque intercultural”, denunció días atrás la Organización de los Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO).
Por eso, advierten la ORPIO y otras organizaciones indígenas: si no se contiene el brote del coronavirus, el daño será dramático.