Desde que se dictó el aislamiento social preventivo y obligatorio la mayoría de las personas pasa gran parte de su tiempo en casa durante el confinamiento y tiene muchas menos oportunidades de hacer actividad física, especialmente si habitualmente era de realizar actividades como caminar o andar en bicicleta, por poner algunos ejemplos. Es muy probable que la inactividad física tenga un impacto a mediano y a largo plazo en muchas áreas, como la salud física y el bienestar mental de las personas afectadas.
Julieta Russo, coordinadora médica de rehabilitación cognitiva y lenguaje del departamento de neurología cognitiva de Fleni, explicó que aunque estas medidas de distanciamiento social son importantes y obligatorias, en la emergencia sanitaria a nivel global, los cuerpos y mentes necesitan actividad física y los innumerables beneficios de esta.
La Organización Mundial de la Salud considera actividad física a cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que exija gasto de energía. Un nivel adecuado de actividad física regular en los adultos:
De acuerdo a la experta, la “actividad física” no debe confundirse con el “ejercicio”. Este es una variedad de actividad física planificada, estructurada, repetitiva y realizada con un objetivo relacionado con la mejora o el mantenimiento de uno o más componentes de la aptitud física. La actividad física abarca el ejercicio, pero también otras actividades que entrañan movimiento corporal y se realizan como parte de los momentos de juego, del trabajo, de formas de transporte activas, de las tareas domésticas y de actividades recreativas.
En el caso puntual de los adultos mayores, la actividad física consiste en actividades recreativas o de ocio, desplazamientos (por ejemplo, paseos caminando o en bicicleta), actividades ocupacionales (cuando la persona todavía desempeña actividad laboral), tareas domésticas, juegos, deportes o ejercicios programados en el contexto de las actividades diarias, familiares y comunitarias. Aumentar el nivel de actividad física es una necesidad social, no solo individual. Por lo tanto, exige una perspectiva poblacional, multisectorial, multidisciplinaria, y culturalmente idónea.
Durante la pandemia de COVID-19 es aún más importante que todas las personas estén físicamente activas. Es más difícil para las personas que generalmente no hacen mucho ejercicio físico pero en un momento como este, es muy importante que las personas de todas las edades y habilidades sean lo más activas posible.
Incluso si es solo tomar un breve descanso después de sentarse, haciendo 3 ó 4 minutos de movimiento físico de intensidad ligera, como caminar o estirarse, ayudará a aliviar los músculos y mejorar la circulación sanguínea y la actividad muscular. También ayuda a dar algo de rutina a un día en estos tiempos sin precedentes.
Beneficios de la actividad física durante la pandemia
A la luz de la situación actual en todo el mundo, ciertos beneficios de la actividad física pueden ser específicamente pertinentes para la pandemia de COVID-19. Estos beneficios son:
Ayuda a equilibrar los niveles de cortisol: el estrés y la angustia (como durante una pandemia) crean un desequilibrio en los niveles de cortisol y esto influye negativamente en la función inmunológica y la inflamación, por lo tanto, podría reducir la gravedad de las infecciones
Mejora las condiciones crónicas comunes que aumentan el riesgo de COVID-19 grave (es decir, enfermedad cardiovascular, diabetes, hipertensión)
Permite controlar el estrés al reducir los síntomas de ansiedad y depresión
Ayuda mantener una rutina diaria en estos momentos de confinamiento, mejorando no sólo la aptitud física de quienes lo llevan a cabo sino también contribuye en el funcionamiento cognitivo y conductual, sobre todo en aquellas patologías neurológicas en quienes la ausencia de rutina y/o de actividades regulares pueden alterar el comportamiento diario y el manejo de los cuidadores o familiares
Ser conscientes del impacto del encierro en el bienestar mental y físico de las personas.
Considerar los aspectos de la fuerza muscular y el desacondicionamiento al evaluar a sus pacientes.
Indagar acerca de cambios en los niveles de ansiedad, los estados anímicos, las alteraciones en el sueño, tanto de los pacientes como de sus cuidadores o vínculos familiares más cercanos
Supervisar el estado cognitivo y conductual de los pacientes, sobre todo en aquellos con compromiso cognitivo, ya que la falta de rutina, el encierro, la imposibilidad de ver a sus seres queridos podrían generar un deterioro o declinación funcional con respecto al estado previo al encierro
Optimizar el bienestar general de los pacientes.