Continúa Israel “estancado” luego de elecciones parlamentarias

Casi dos días después de cerradas las urnas, los resultados definitivos de las elecciones parlamentarias en Israel dejaron claro que ningún bloque tiene mayoría para poder formar gobierno.

De acuerdo con los datos de la Comisión Electoral Central, el escenario que parece más factible es la realización de nuevas elecciones dentro de unos meses. Sería la quinta vez en aproximadamente dos años y medio

Pero claro está que es prematuro anunciarlas hoy.

Según el mapa político trazado por los votantes para formar el 24 Parlamento de Israel (Knesset), con sus 120 escaños,  ningún lado obtuvo 61, o sea la mitad más uno: El bloque pro Netanyahu obtuvo 52 escaños y el opuesto 57.

Los 11 escaños que faltan se dividen entre dos partidos que en estos momentos pueden cambiar todo, cada uno con sus particularidades: Yemina de Naftali Bennet recibió 7 y Raam de Mansur Abbas, 4.

Por un lado, Yemina es ideológicamente parte del bloque de derecha.  Su jefe fue ministro de Educación y de Defensa en gobiernos de Netanyahu. Pero criticó duramente al Primer Ministro y fue a estas elecciones como candidato a sustituirlo, aunque durante toda la campaña procuró no proclamar -a diferencia de otros- que no sería parte en un nuevo gobierno de Netanyahu.

Del otro lado está Raam de Mansur Abbas, un partido árabe islamista, que hasta hace dos meses era parte de la Lista Conjunta mayormente árabe, aunque también tiene votantes judíos. En su partido anterior, a nadie se le habría ocurrido siquiera no colocarlo automáticamente del lado opositor. Pero precisamente el trasfondo de su escisión fue un intento de desarrollar un nuevo tipo de diálogo que conduzca a una participación política activa de los árabes más allá del hecho que votan como todos y pueden ser electos al parlamento israelí.

Mansur Abbas dejó muy en claro que irá con quien le de el mayor beneficio a su público, los ciudadanos árabes israelíes. Y eso significaba, por primera vez, dejar abierta la puerta a la posibilidad de sumarse al gobierno o al menos de apoyarlo sin ser parte de la coalición.

Los problemas del otro lado del mapa político israelí son más complejos aún. El bloque “pro Bibi” es mucho más homogéneo que el opositor, conocido ahora como “bloque de cambio”. Es un mosaico demasiado complejo de derecha, centro, izquierda y partidos árabes  como para que se convierta en gobierno por más que los una a todos sus miembros la oposición a Netanyahu.

Y este es otro punto que vale la pena dejar en claro para entender a fondo la constelación política actual, que dicho sea de paso, no comenzó ahora.

Por más que el partido Likud sea el más grande del país (con 30 escaños, 13 más que el que le sigue, el opositor Yesh Atid de Yair Lapid), y que Netanyahu sea indiscutiblemente mucho más popular que todos los demás líderes políticos, los números dejan en claro que la mayor parte de la ciudadanía votó en su contra: 64 de 120 escaños.

Los próximos días serán sumamente interesantes. Comienzan los contactos entre los distintos actores del escenario político actual. Quizás sea el comienzo de nuevos pactos antes inconcebibles. Si estos no arrojan frutos, Israel irá indefectiblemente de nuevo a votar en unos meses.

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