Bruselas.— En materia migratoria, la Unión Europea (UE) sigue siendo tan vulnerable como en 2015, cuando experimentó el mayor éxodo de personas desde la Segunda Guerra Mundial.
Ciertamente los números han disminuido radicalmente, las llegadas de personas sin papeles a territorio comunitario son sólo una fracción en comparación a las vistas hace cinco años, pero la falta de una estrategia sostenible mantiene latente la posibilidad de que en cualquier momento la situación vuelva a escalar.
Los problemas de fondo siguen sin ser atendidos. Los conflictos que alimentan los desplazamientos a gran escala continúan encendidos; incluso el think tank International Crisis Group reporta un deterioro de la situación en Etiopía, Sudán e Irak, fuentes importantes de migración hacia Europa, al igual que Siria, atrapada desde 2011 en una constelación de crisis superpuestas.
El bloque tampoco cuenta con alternativa a la apuesta de hacer de Turquía el guardián de las fronteras externas de la Unión.
A la fecha, el bloque comunitario sigue expuesto al chantaje del premier Recep Tayyip Erdogan, quien a la más mínima tensión con Bruselas no duda en sugerir a los refugiados que las puertas de Europa están abiertas.
Erdogan amenazó cuando el Parlamento Europeo pidió en octubre pasado suspender el mecanismo de preferencia comercial como consecuencia de la incursión armada turca en Siria; y repitió luego de la tensión desencadenada por las actividades turcas en aguas territoriales de Chipre.
La última ocasión tuvo lugar el pasado 28 de febrero, cuando Erdogan, en un discurso con motivo del asesinato de 36 soldados turcos en Siria, declaró: “¿Qué hicimos ayer? Abrimos las puertas. No las cerraremos ¿Por qué? Porque la Unión Europea debe cumplir sus promesas”.
La UE y Turquía alcanzaron un acuerdo en marzo de 2016 destinado a detener el flujo de la migración irregular a Europa a través del gigante musulmán.
El pacto consistió en que todos los nuevos inmigrantes irregulares y solicitantes de asilo que lleguen desde Turquía a las islas griegas y cuyas solicitudes de asilo hayan sido declaradas inadmisibles deben volver a Ankara.
A cambio, Bruselas prometió 6 mil millones de euros en asistencia hasta el 2020, reubicar hasta 72 mil refugiados en países de la UE y garantizar el acceso libre de visado a los visitantes turcos.
De acuerdo con el último informe de la Comisión Europea publicado en marzo pasado, desde la implementación del acuerdo las llegadas han disminuido significativamente a través de la ruta turca. De 10 mil cruces en un solo día en octubre de 2015 a 6 mil 849 durante todo el trimestre de 2020.
Sin embargo, hasta el primer trimestre del año en curso aproximadamente 27 mil refugiados sirios habían sido reubicados de Turquía en la Europa rica.
En cuanto a los dineros, del total, se habían asignado 4 mil 700 millones de euros, de los cuales 3 mil 200 millones ya fueron desembolsados.
La imagen del cuerpo de Aylan Kurdi, de sólo 3 años, en una playa turca, se convirtió en el símbolo de la crisis de refugiados que vivió la UE hace 5 años. Foto: ARCHIVO AFP
Al albergar a más de 3.6 millones de refugiados de Siria y casi 400 mil de otros países, Turquía concentra la comunidad de personas en busca de protección más grande del mundo, según datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados.
“Desde que lanzó su operación militar en Siria [en septiembre de 2019], Erdogan ha aumentado la presión en la relación entre Turquía y la UE”, sostiene Branislav Stanicek, del Servicio de Investigación del Parlamento Europeo en un estudio en la materia.
“No se puede descartar una nueva crisis de refugiados, similar a la de 2015, sobre todo ante la amenaza de Erdogan de abrir las puertas y enviar refugiados sirios a Europa”, asegura. La analista afirma que la crisis de refugiados de 2015 puso en relieve las deficiencias de la política migratoria de la UE y los “choques” con Erdogan suponen tanto una prueba de resistencia como una oportunidad para que el club desarrolle un nuevo plan geopolítico para el Mediterráneo y Medio Oriente.
“No sólo debe abordar la ambición y el comportamiento de potencias regionales como Turquía, también colocar a la UE en pie de igualdad con otras potencias globales activas en la región”, indica.
Externalización
Ante la falta de expresiones de solidaridad interna y de compromisos para un reparto equitativo de responsabilidades con los países en primera fila fronteriza, concretamente Malta, Chipre, Italia y Grecia, la apuesta de la UE es la externalización de la problemática migratoria.
El núcleo de la propuesta para crear una Política de Asilo Común, que probablemente verá luz en las próximas semanas, es aumentar la cooperación con países terceros, emisores y de tránsito, para frenar la inmigración irregular.
Entre los Estados candidatos para la recepción o el trato de migrantes que aspiran con llegar a Europa, figura Marruecos, Argelia, Túnez, Libia y Mauritania.
Aún no se sabe el formato de la cooperación, si será el modelo turco de más de 3 millones de sirios a cambio de 6 mil millones de euros, o la alternativa libia, que consiste en entrenar a los guardacostas para interceptar navíos y devolverlos a suelo africano.
Lo que sí está claro es que estos países son esenciales para frenar los flujos clandestinos. De acuerdo con la Comisaria Europea del Interior, Ylva Johansson, gracias a la cooperación con estos países es posible evitar 60% de todas las salidas de embarcaciones clandestinas desde el Norte de África.
Tan sólo el año pasado, la cooperación entre la policía de Argelia y la gendarmería francesa se tradujo en el desmantelamiento de un centenar de grupos y redes de tráfico; los intercambios entre Marruecos y España evitaron la llegada de 70 mil personas y las operaciones de las fuerzas de seguridad de Túnez pusieron fin al grupo liderado por el llamado “Emperador del Mar”.
“Sobre estos sólidos cimientos, me gustaría entablar un diálogo con cada uno de ustedes. Quiero escuchar sus necesidades específicas y luego acordar pactos bilaterales para combatir el tráfico”, declaró Johansson en una conferencia celebrada con estos países el 13 de julio.