Pyogyang respondió hoy a las maniobras militares de Seúl y Washington con el lanzamiento de cuatro misiles balísticos que cayeron cerca la costa de Japón e incrementaron la tensión que se respira en la península coreana y Asia nororiental.
Los cuatro proyectiles fueron disparados desde la costa noroccidental del país y volaron unos 1.000 kilómetros hacia el este, alcanzando una altura máxima de 260 kilómetros antes de caer en el océano, detalló el Estado Mayor Conjunto surcoreano.
Tres de ellos cayeron en la Zona Económica Especial (EEZ) de Japón -espacio que se extiende a unos 370 kilómetros desde las costas niponas- cerca del litoral de la prefectura septentrional de Akita.
Mientras los ejércitos surcoreano, estadounidense y japonés analizan los datos disponibles para establecer el tipo de proyectil empleado, la mayoría de expertos considera que podrían ser misiles Hwasong de corto alcance -con unos 500-700 kilómetros de alcance- o Rodong de rango medio -1.300-1.500 kilómetros-.
Seúl, Washington y Tokio condenaron al unísono la acción mientras que Pekín, lo más parecido a un aliado que tiene el régimen norcoreano, dijo oponerse al lanzamiento, que consideró una violación de las resoluciones de la ONU activadas para castigar a Pyongyang por anteriores pruebas armamentísticas.
Aún así, un portavoz de Exteriores chino instó a todas las partes implicadas a apostar por la contención, en clara referencia a las maniobras militares “Foal Eagle”, que cada año llevan a cabo Washington y Seúl en territorio surcoreano y que arrancaron la semana pasada con el mayor despliegue militar hasta la fecha.
El ensayo balístico norcoreano llega después de que el viernes el diario estatal “Rodong Sinmun” amenazara con nuevas pruebas de misiles en respuesta a “Foal Eagle”, que Pyongyang considera un ensayo para la invasión de su territorio.
Los ejercicios vienen marcados por la tensión e incertidumbre regional ante la llegada al poder en EEUU de Donald Trump, las amenazas de Pyongyang -que en 2016 hizo número récord de ensayos balísticos y atómicos- sobre la futura prueba de un misil intercontinental y el asesinato, a mediados de febrero, del hermano del líder norcoreano.
Seúl acusa directamente a Pyongyang de la muerte de Kim Jong-nam, hermano mayor de Kim Jong-un, que falleció supuestamente tras ser expuesto al agente nervioso VX, lo que ha tensado enormemente las ya de por sí malas relaciones entre dos países que técnicamente llevan más de 65 años en guerra.
A su vez, las recientes amenazas norcoreanas llevaron a los principales consejeros de seguridad estadounidenses a plantear en una reciente reunión la posibilidad de desplegar de nuevo en Corea del Sur armas nucleares tácticas (todas fueron retiradas en 1991).
En la reunión se pensó también en intensificar un programa para boicotear electrónicamente de manera remota los lanzamientos de misiles norcoreanos, iniciativa de Washington hasta ahora desconocida que aparentemente se activó a instancias de Barack Obama en 2014 y que podría haber malogrado varios ensayos de Pyongyang.
Al tenso e imbricado panorama regional se suma también el deterioro aparente de los lazos entre China y Corea del Norte por el asesinato de Kim Jong-nam, quien se cree que vivía bajo la protección de las autoridades chinas.
También hay que añadir el recrudecimiento de las represalias de Pekín contra intereses surcoreanos a medida que Seúl está cada vez más cerca de completar el despliegue en su territorio del sistema Defensa Terminal de Área a Gran Altitud (THAAD).
China considera que el THAAD, pensado para contrarrestar los lanzamientos norcoreanos, puede interceptar además datos de sus sistemas de defensa, por lo que ha decidido boicotear descaradamente a las industrias surcoreanas del turismo, las ventas minoristas o el entretenimiento, que dependen enormemente del país vecino.