Cozumel, ejemplo de manejo de crisis

Por Eduardo Ochoa Guerrero

 

La crisis generada por la llegada del crucero MSC Meraviglia de Cozumel, la semana pasada, evidenció graves carencias, no necesariamente de tipo sanitario, pero sí de protocolos para el manejo informativo de ese tipo de situaciones.

Dentro de la crisis, que comenzó el miércoles 26 de febrero, también quedaron en evidencia los oportunistas, quienes aprovechan el vacío informativo que generan situaciones de ese tipo para intentar sacar provecho político, sin considerar el daño que causan a un Estado que vive del turismo, actividad que es sumamente susceptible a la inestabilidad.

Desde luego, es de reconocerse el papel que desempeñaron la secretaria de Salud, Alejandra Aguirre Crespo, y el presidente municipal de Cozumel, Pedro Joaquín Delbouis, quienes salieron a dar la cara y, aunque en principio dejaron ver falta de coordinación, supieron tomar el control de una situación que por momentos amenazaba con ser caótica.

Resulta evidente es que ambos estaban enterados desde temprana hora de la llegada del crucero Meraviglia, luego de que en Ocho Ríos, Jamaica, y en George Town, en Gran Caimán, se negó autorización para el descenso de pasajeros debido a que a bordo viajaba un tripulante con problemas derivados de Enfermedad Respiratoria Aguda y el temor a que se tratara de coronavirus Covid-19.

La Secretaría de Salud y el Presidente Municipal, quien convocó a su Comité Municipal de Salud para analizar el caso y tomar decisiones, coincidieron desde el principio en que no se trataba de un caso de coronavirus y en que el pasajero fue diagnosticado con un cuadro de influenza.

Aguirre Crespo asumió desde el principio el compromiso de velar por la salud de los quintanarroenses y Joaquín Delbouis respondió a la presión social que de inmediato se dejó sentir, dado que la municipal es la autoridad más inmediata a los ciudadanos, quienes, una vez más, se dejaron llevar por rumores y falsa información que esparcieron quienes están en busca de oportunidades para socavar a las instituciones.

Hasta ahí todo bien, pero faltó el mensaje que tranquilizara a los mercados turísticos internacionales y una definición inmediata de las autoridades portuarias sobre el atraque del crucero, pues no se sabía qué pasaría. La situación se complicó debido a que “alguien” de la agencia consignataria tomó la iniciativa de cancelar la llegada de la nave y luego, como si fuera un juego, “canceló la cancelación”.

Y mientras las autoridades sanitarias y municipales confirmaban que un grupo de médicos abordaría el crucero a su llegada a Cozumel para examinar a los enfermos, que para entonces ya eran dos, y desplegar el protocolo sanitario establecido por la Organización Mundial de la Salud para el caso, los “francotiradores” y títeres ya se habían apostado en el muelle para exigir que no se permitiera atracar al Meraviglia.

Esa estrategia causó inestabilidad, pero los títeres tuvieron que ocultarse cuando, a la mañana siguiente, el presidente Andrés Manuel López Obrador los dejó sin argumentos al considerar “inhumano” que se negara el desembarco, aun cuando para entonces éste había comenzado.

El reconocimiento de Rick Sasso, presidente y CEO de la naviera MSC, propietaria del Meraviglia, a Pedro Joaquín, al gobierno del Estado por conducto de la Secretaría de Salud y al de la República dice mucho porque, a pesar de todo, se actuó bien y se evitó una crisis mayor que hubiese impactado en la actividad turística.

Pedro Joaquín y Aguirre Crespo asumieron su parte, supieron informar oportunamente,  con base en hechos comprobados y anunciaron las medidas correspondientes. Evitaron de esa forma que la situación se saliera de control, que los promotores del caos tuvieran éxito y que se causara un daño grave al sector turístico.

Lo sucedido la semana anterior en Cozumel tiene especial relevancia hoy que el Covid-19 es una realidad en el país.

Todos conocemos ya las medidas preventivas, que fueron suficientemente difundidas. Dependerá de cada uno su aplicación.

Sin embargo, este círculo no se cerrará si las autoridades federales no cumplen su parte: informar con oportunidad y en forma detallada todo lo relativo a la enfermedad. Ojalá el ejemplo de Cozumel se extienda.

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