Durante los tres primeros meses de la pandemia de COVID-19 en México, se han perdido casi 2 millones de cruceristas e ingresos por 134.4 millones de dólares, con las mayores afectaciones en el Caribe mexicano. La perspectiva es que la reactivación comience hasta octubre y la recuperación tomará, al menos, un par de años.
De acuerdo con información de los Resultados de la Actividad Turística, publicado por la Secretaría de Turismo (Sectur) y cuyas últimas cifras son al mes de mayo, Cozumel ha sido el puerto más afectado, concentrando 50% de las pérdidas de pasajeros y de ingresos en el periodo, seguido de Mahahual, ambos en Quintana Roo, y de Ensenada, en Baja California.
Antes de la pandemia, la industria de cruceros estaba en crecimiento constante, y las expectativas globales de 2019 para este año eran muy positivas, explica Silvia Hernández, socia de Estrategia Pública Consultores.
“Crece a una tasa más alta que la de la industria turística en general (…) Globalmente estaba creciendo alrededor de 6%, pero en México estábamos esperando un crecimiento de al menos 8%, más alta que el promedio global”, refiere.
Sin embargo, el cese en la llegada de cruceros al país ha sido total a raíz de la pandemia. Mientras al inicio del año llegaron 391 cruceros al país, para marzo disminuyeron a 161, y desde abril no han llegado más que embarcaciones que fungen como puentes humanitarios, por lo que se prevé una reactivación paulatina.
“La reanudación será lenta, no será tan fácil como otros segmentos del turismo, porque aunque tiene muchos deseos de viajar, también hay mucho temor”, explica Jorge Hernández Delgado, presidente de la Federación Mexicana de Asociaciones Turísticas (Fematur).
Gran parte de la reactivación de la industria depende directamente de las autoridades estadounidenses, concretamente de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés), que han emitido órdenes de prohibición de navegación (o no-sail orders) a los cruceros que han venido extendiéndose, primero de abril a julio y posteriormente hasta el 30 de septiembre.
Por ello, las 14 navieras que operaban cruceros en México antes de la pandemia tenían una fecha de reinicio de operaciones a partir de octubre, según información de la Fematur. Sin embargo, la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA, por su sigla en inglés) extendió voluntariamente hace unos días el cese de operaciones hasta el 31 de octubre, por lo que es probable que este calendario se modifique.
Silvia Hernández considera que una de las fortalezas de los cruceros, en un escenario de reactivación, es su amplia capacidad en infraestructura y equipo médico a bordo, un rubro en el cual no empiezan de cero, pero que tendrá que adaptarse a las regulaciones de distintos países.
“El crucerismo tiene características muy singulares. No van a un solo lugar por lo general y, en el caso de nuestra región del Caribe, el mismo barco puede visitar tres o hasta cuatro naciones distintas en un mismo itinerario, que tendrán sus propias medidas. La configuración de una salida de la industria crucerista requiere de un trabajo que combine a líneas navieras con los destinos”, advirtió.
Esto, aunado a los cambios de fechas en el posible regreso de los cruceros, ha incrementado la incertidumbre de los potenciales viajeros y, por consiguiente, a los negocios.
“Ahorita muchas agencias de viajes necesitan vender y tener ingresos, y tener este tipo de calendarios ayuda para hacer algunas ventas adelantadas. Al irse a cero ingresos y sin que los gastos hayan parado, la gente ha tratado de resistir, pero llega un momento en el que ya no pueden (…) En Fematur estimamos que 20% de los negocios en el sector turismo cierre, entre restaurantes, agencias de viajes, hoteles, tiendas, etcétera”, concluyó Hernández Delgado.