Cuau, se despide el último ídolo mexicano

Roberto Perfumo, mítico defensor argentino, dijo que “lo peor del futbol es dejarlo. Un futbolista no se pone a pensar en su futuro mientras patea la pelota; así transcurren sus días hasta los 35 años, cuando se da cuenta de que el retiro es una opción que no contemplaba”, reflexionaba el también psicólogo deportivo.

Los testimonios de decepción, tristeza y hasta depresión de futbolistas tras el retiro son diversos, desde los que derrochan su fortuna, fama y prestigio que amasaron mientras estuvieron en la cumbre, hasta los que se rehúsan una y mil veces a dejar o cortar cualquier vínculo con el futbol.

Anoche Cuauhtémoc Blanco dejó definitivamente las canchas, a los 42 años tuvo su despedida como campeón de la Copa MX. Un taquito, una pisada y un intento de correr dejó Temo en los últimos 20 minutos como profesional. Puebla ganó 4-2 a Guadalajara y consiguió su quinto trofeo, para instalarse, junto a América y León, como uno de los máximos ganadores en la era profesional.

“Él (Cuauhtémoc) no quería que lo llevara a probarse, no quería dejar su barrio. Si por él fuera, se hubiera quedado a jugar con sus amigos de la calle”, recuerda Tony Bravo, su tío y primer entrenador. Era la Selección de Azcapotzalco contra una filial de América, Blanco anotó dos goles y, entonces, todo comenzó ahí. “Cuando le dieron uniforme, zapatos y mochila, entonces sí le gustó. Le dije: ya ves, cabrón, y no querías venir”, añade Tony.

A Cuauhtémoc Blanco el retiro le viene como la vida, una serie de momentos que afrontar, donde lo único que le importa y de quien necesita es de su pandilla. Aunque no fue una noche de nostalgia para Temo, porque tuvo que soportar ver el partido como suplente 70 minutos, en el Estadio Universitario de la BUAP estuvieron los que lo han acompañado desde hace 23 años en el futbol profesional. Su madre, sus tíos, su socio y amigo Juan Carlos Sánchez, presidente de Concord, y sus hijos.

Los que han pasado por el proceso de dejar el balompié recomiendan una terapia ocupacional, como Enzo Francescoli, quien dijo haber pasado por una cuarentena para saber si debería seguir en las canchas.

“A veces me pica el bichito de jugar un partido si voy a la cancha, a ver a los muchachos, a ver a River, ahí me pasan cosas intensas, me dan ganas de prenderme”, dijo en retrospección Enzo, figura de los Millonarios y la Selección de Uruguay.

Blanco ya tiene su nuevo reto, dice Tony, incluso puede ser técnico si lo desea, aunque lo que más destaca el tío de Cuauhtémoc es el sentimiento de ayudar, de siempre pensar en su gente.

A Temo no lo ha cambiado el dinero o la fama, dice Tony Bravo; lo que tampoco cambian son las maneras, la picardía. Justo al medio tiempo, cuando el equipo se dirigía a los vestidores, Blanco realizó la última de sus travesuras. Con esa sonrisa apenas expresiva en su rostro, la que origina las bromas y novatadas en los equipos, tomó dos dedos de su mano y mandó un beso en dirección al palco de la directiva de Chivas, donde se encontraba el dueño del equipo, Jorge Vergara.

Al finalizar el partido, todo el estadio se rindió a Blanco, el último ídolo del futbol mexicano se enfrentaba al retiro, a esa frase que cabe en todos, menos en Temo: “Lo único que sé hacer es patear la pelota”. Cuauhtémoc, el bicampeón de la Copa MX, ahora será político, una disciplina que suma a las de actor, cantante, empresario y locutor.

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