A fines del mes pasado, un gato siamés llamado “Coco” estuvo vagando en su barrio suburbano de Washington, DC. Pasó tres horas explorando los patios cercanos. Mató a un ratón, cuyo cadáver llevó a casa de su propietario. Y mientras estaba fuera, logró recolectar decenas de redes Wi-Fi de sus vecinos y la identificación de cuatro routers que utilizan un sistema de antaño, lo que los deja totalmente desprotegidos.
Esto se consiguió gracias a un collar especial que portaba el gato al momento de su paseo por el barrio, información que se proporcionó en una simpática demostración que se realizó en el Defcon de Las Vegas con un gato. Se trata de una actualización del concepto de “wardriving” donde los “hackers” cruzan un móvil con un ordenador portátil, en busca de redes abiertas o no seguras.
Con el nombre de WarKitteh, se desarrolló un collar que es capaz de encontrar señales Wi-Fi débiles o de fácil acceso, ya que cuenta con un chip Core Spark cargado con un software sniffer personalizado, una tarjeta Wi-Fi, un módulo GPS y una pequeña batería, lo que constituye un kit suficiente para realizar un mapeo de las señas vulnerables del vecindario. Tiene un costo de fabricación inferior a 100 dólares.
Su creador, un hombre de nombre Bransfield, mencionó algunos datos que consiguió con su experimento. En las tres horas que su gato estuvo paseando por el barrio identificó 23 redes de las cuales un tercio no tenían contraseña o usaban cifrado WEP que para el caso no suponía un gran obstáculo para quien quisiera conectarse a nuestra red.
Su creador afirma que el objetivo de este proyecto no es tanto crear una herramienta de “hackeo” de redes WiFi sino de, alguna manera, concienciar a la gente de que un animal con un collar modificado puede dar con tu conexión y sacar la contraseña si no está bien protegida.