Carlos Joaquín González tomó la decisión de irse del PRI y con ello ayudó a despejar el panorama para que el priismo quintanarroense resuelva la candidatura al gobierno de Quintana Roo.
Antes y después de esa decisión se desgranó, sigue desgranándose, una serie de señalamientos, acusaciones, dimes y diretes entre simpatizantes y detractores tanto de Joaquín González como de quienes son partidarios de las otras opciones que baraja el PRI.
Si las cosas estaban difíciles, prometen polarizarse a niveles que no hemos visto en ninguna contienda electoral en Quintana Roo y esa posibilidad en puerta debe preocuparnos.
Las redes sociales se han convertido en el medio preferido para la denostación y la calumnia, pero también para lanzar amenazas en contra de varios actores políticos.
Lo menos que necesitamos es un ambiente polarizado. La capital del país vivió una situación de ese tipo en 2006, cuando los perredistas prácticamente secuestraron el primer cuadro de la ciudad de México durante seis meses, afectando con ello a cientos de empresas, muchas de ellas pequeños negocios, que tuvieron que cerrar ante la falta de clientes que se alejaron por el ambiente violento que imperó en torno a la protesta que encabezó Andrés Manuel López Obrador para reclamar su victoria en las elecciones que le ganó por escaso margen Felipe Calderón Hinojosa.
Quintana Roo no puede enfrentarse a una polarización que lo paralice. Los protagonistas políticos deben tomar muy en cuenta el contexto en el que vivimos, el clima de tranquilidad que necesitamos para seguir siendo líderes en la industria turística latinoamericana.
La política, el proceso electoral, no puede, no debe ser factor de divisionismo, incluso, de familias cuyos integrantes apoyan a diferentes aspirantes. Ante todo, debe haber respeto en las decisiones de cada quien.
La política sí puede y debe ser el factor para llegar a acuerdos que mejoren nuestras condiciones de vida, que lleven a Quintana Roo a niveles más altos en una industria muy cambiante, pero que también incorpore al desarrollo y el bienestar económico las regiones a las que hoy no les llega el beneficio de la actividad turística.
Las amenazas y la denostación no son el camino para lograr esos objetivos. Quienes encabecen los proyectos políticos que competirán en el proceso electoral deben asumir la responsabilidad que les compete y controlar a sus huestes. Deben tener, mucho cuidado.
Platea
Una semana más es lo que falta para que el PRI anuncie a quien será su candidato a gobernador para las elecciones del próximo 5 de junio.
El lunes pasado, en el carnaval de Cozumel, el gobernador Roberto Borge Angulo participó de la tradicional fiesta flanqueado por el diputado federal José Luis “Chanito” Toledo y el presidente municipal de Solidaridad, Mauricio Góngora Escalante, quienes son considerados los punteros desde que inició la carrera hacia la sucesión.
Ambos muy sonrientes se dieron su baño cozumeleño y al día siguiente, en Chetumal, Góngora Escalante participó en una reunión en la que los 11 presidentes municipales cerraron filas en torno al Gobernador en una reunión en la que también estuvo Gabriel Mendicuti Loría, secretario de Gobierno y también aspirante a la candidatura.
Quienes vieron la fotografía que se tomó luego de esa reunión juran y perjuran que hacía tiempo que no venían tan sonriente a Mauricio Góngora.
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