No sólo por lo ocurrido el martes en Playa del Carmen, Cozumel y Cancún, con ataques a balazos aparentemente sincronizados de grupos criminales, sino por su trascendencia en la problemática nacional, la preocupación que ocasiona su accionar en el estado pero más a causa del impacto que el flagelo causa en las inversiones, el turismo y la economía de Quintana Roo, llama mucho la atención que del Plan Estatal de Desarrollo presentado ayer por el gobernador Carlos Joaquín González la exposición en el larguísimo documento se detenga en el análisis de los cárteles, sus áreas de influencia, sus guerras y las estrategias gubernamentales para frenarlos –hasta ahora, por cierto, muy poco efectivas–.
Mas sin desdeño de los hechos contundentes, nos parece positivo que Carlos Joaquín haya tomado la decisión de llamar a las cosas por su nombre; identificar en pleno corpus de su documento maestro de gobierno a las bandas y sus líderes y explicar lo que se pretende que hagan armoniosamente un fiscal estatal al que todavía no le cae el veinte y unas fuerzas policiacas de tres órdenes de gobierno que, si bien se busca que estén coordinadas, se nota que están profundamente divorci8adas e infiltradas por la delincuencia organizada.
Dice el escrito de marras: “De acuerdo con la información recopilada por Lantia Consultores, en Quintana Roo hay presencia de cárteles, células y bandas criminales locales, particularmente en los municipios de Benito Juárez, Solidaridad, Othón P. Blanco, Cozumel y Felipe Carrillo Puerto. Aquellos encuentran redituables mercados de la economía informal, como el narcomenudeo, la trata y el tráfico de personas, el tráfico de mercancías y el ambulantaje y piratería, particularmente, porque la economía formal del estado está destinada al turismo”.
No se omite, en seguida, la información específica sobre cárteles y líderes criminales, pero lo más relevante –sí es justo o injusto, acertado o errado, no sería el punto– es que se detalla el proceder gubernamental por venir.
De la coordinación inteligente a las acciones, partiendo de diagnosticar un panorama que surge de una realidad más bien catastrófica –acto de sincero reconocimiento pocas veces visto–, el plan de desarrollo pasa a exponer las acciones por realizar en tan adverso entorno. Hay que combatir los delitos comunes de alto impacto –en los que se empozan las acciones de los capos y lugartenientes para delinquir–, pero luego es menester seguir contra las grandes mafias, que explícitamente se identifican como Cartel del Golfo, Zetas, Pelones y el tan novel como peligroso Cartel de Cancún, nombres que han salido en las indagatorias no gubernamentales tras las balaceras del Blue Parrot y el edificio de la Fiscalía local en Cancún.
Aquí el tema se pone muy interesante, pero a falta de espacio platicaremos de los detalles el próximo martes… si es que no nos agarra otra feria de plomazos.
Nos estaremos leyendo.
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