Unos compuestos orgánicos descubiertos recientemente en la superficie de Marte por el róver Curiosity de la NASA serían consistentes con la presencia de vida pasada en el planeta rojo, sugiere un nuevo estudio publicado en la revista Astrobiology.
Los compuestos, llamados tiofenos, se encuentran en la Tierra en el carbón, el petróleo crudo y también en las trufas blancas, un hongo muy apreciado en la alta gastronomía.
Los astrobiólogos Dirk Schulze-Makuch (Universidad Estatal de Washington) y Jacob Heinz (Universidad Técnica de Berlín) exploran algunas de las posibles vías para trazar los orígenes de los tiofenos de Marte. Su investigación sugiere que un proceso biológico, que probablemente involucrara a bacterias, pudo haber jugado un papel en la presencia de este compuesto orgánico en el suelo marciano.
Así, antiguas bacterias, que habrían existido hace más de 3.000 millones de años cuando el planeta era más cálido y húmedo, podrían haber facilitado un proceso químico que resultara en los tiofenos.
Sin embargo, los investigadores tampoco descartan la posibilidad de que algún otro proceso no biológico —como el impacto de un meteorito— diera lugar a la existencia de estos compuestos en Marte.
“Las afirmaciones extraordinarias requieren de evidencias extraordinarias”
“Identificamos varias vías biológicas para los tiofenos que parecen más probables que las químicas, pero aún necesitamos pruebas”, explica Schulze-Makuch en un comunicado. El científico señala que si encuentras tiofenos en la Tierra, “pensarías que son biológicos”, pero en Marte “el listón para demostrarlo tiene que estar un poco más alto“.
El róver Rosalind Franklin, que se lanzará en julio de 2020 y llevará a bordo un Analizador de Moléculas Orgánicas de Marte, o MOMA, podrá recolectar moléculas más grandes que el Curiosity y obtener más evidencias sobre la cuestión.
Sin embargo, es posible que incluso eso no sea suficiente para demostrar que hay o hubo algún día vida en Marte.
“Creo que la prueba realmente requerirá que en realidad enviemos personas allí, y un astronauta mire a través de un microscopio y vea un microbio en movimiento”, agrega Schulze-Makuch, quien evoca las palabras del astrónomo estadounidense Carl Sagan de que “las afirmaciones extraordinarias requieren de evidencias extraordinarias”.