De 1995 a la fecha, es decir, durante casi 20 años, el debate político en México se concentró en las llamadas reformas estructurales que apenas se complementaron este mes a punto de concluir.
La crisis económica que le explotó en la cara, los escándalos judiciales protagonizados por una PGR que utilizaba a una vidente en sus investigaciones y la histórica pérdida del control del Congreso de la Unión que sufrió el PRI impidieron que el gobierno de Ernesto Zedillo avanzara en esas reformas.
El capital político con el que llegó a la presidencia no fue suficiente para que Vicente Fox Quesada concretara esos cambios, faltando así a su promesa de no fallarle a los mexicanos.
Llegó el segundo sexenio panista de la historia con Felipe Calderón Hinojosa y, aunque empujó, al final su esfuerzo quedó corto. La incapacidad de su gobierno fue descrita, reconocida por él mismo en una entrevista que publicó el lunes el periódico capitalino El Universal.
De hecho, con sus declaraciones se obtiene otra “captura de pantalla” de un mismo proceso, de las negociaciones para concretar las reformas estructurales.
Una primera “captura de pantalla” fue revelada a principios de agosto, cuando Ricardo Monreal, diputado del Movimiento Ciudadano, exhibió un “bono” de $15 millones de pesos para lograr votos a favor de las reformas estructurales, cantidad que devolvió a la Tesorería de la Federación.
El “bono”, o soborno como también lo consideraron algunos críticos, es apenas un botón de muestra de cómo se conduce el actual gobierno de Enrique Peña Nieto para lograr sus objetivos. Independientemente de lo inmoral o ilegal que pudieran ser los métodos, hizo lo que tenía que hacer para lograr reformas largamente pospuestas.
Seguramente, además de ese tipo de “bonos”, el gobierno de Peña Nieto logró las reformas gracias al cumplimiento de varias exigencias por parte de legisladores panistas y perredistas, por mencionar solamente a los grupos parlamentarios más importantes, pues el patriotismo de los diputados y senadores no es suficiente para lograr ningún objetivo reformador.
Con cierta envidia, Calderón manifiesta que las reformas concretadas por su sucesor son las que soñó, pero que no las logró porque, según dice, no cedió a las pretensiones de los legisladores del PRD y PRI que pedían “una gran cantidad de recursos para los gobiernos locales”.
“Y pues sí, en alguna ocasión (habían) requerimientos muy difíciles de conceder”, señala.
“La oposición que me tocó encareció su apoyo a las reformas”, enfatiza.
¿Qué tan caro o beneficioso le hubiera salido al país que Calderón cediera? A final de cuentas, él mismo lo dice, los recursos eran para que los gobiernos locales invirtieran en más infraestructura.
Quizá hubiera sido mejor eso, que los “bonos” o sobornos, como se quiera ver, que se repartieron ahora a los legisladores.
Pero además, en el balance hay que poner el tiempo que perdió el país, ya no se diga de Zedillo a la fecha, sino de Calderón a Peña Nieto y entonces se verá lo oneroso que ha sido para los mexicanos tanto la incapacidad del anterior gobierno para generar acuerdos como el activismo pragmático, osado de la actual administración para lograr como sea el objetivo.
¿Cuál de los dos estilos es el mejor?
Ojalá que la reformas que soñó Calderón y concretó Peña Nieto sí sean las que necesita el país o, de lo contrario, el costo puede ser monumental, incluso catastrófico.
Platea
La negativa de Calderón a conceder recursos extraordinarios a los gobiernos locales para obtener el apoyo del PRI y PRD a las reformas contrasta con la laxitud que tuvo en el manejo de los excedentes petroleros. Hay leyendas urbanas que aseguran que montos millonarios eran entregados a los gobernadores para libre ejercicio, sin que éstos comprobaran en qué gastaban esos recursos. ¿En dónde quedaron?
Luneta
En Quintana Roo hay algunos delegados de dependencias federales que más que ayudar se han constituido en estorbos, porque ponen trabas al flujo de los recursos destinados a diversas obras. Uno de ellos es el pevemista Francisco Elizondo Garrido, director del Centro SCT, quien, incluso, ha sido encarado por algunas autoridades municipales, ante quienes ha pretendido indebidamente hacer sentir un poder que no tiene.
Correo: jsilva@palcoquintanarroense.com
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