Julio César Silva Cetina
Desde el Palco
El faro de Puerto Morelos
A mediados de 1984, poco después de iniciar la administración municipal que encabezó Joaquín González Castro en el municipio de Benito Juárez, Francisco Mendoza Reyna, el líder más influyente que hayan tenido los pescadores quintanarroenses, le planteó al entonces recién estrenado presidente municipal un ejercicio democrático inédito en la entidad.
Hasta entonces los delegados municipales de todos los municipios eran designados por los alcaldes y lo que Mendoza Reyna, desde ya habitante de Puerto Morelos, planteaba al presidente municipal de la época era la posibilidad de que los habitantes de esa pequeña comunidad eligieran a sus autoridades locales.
Mendoza Reyna cuenta que González Castro aceptó no muy convencido y con una condición: “si se vuelve un desorden, te meto a la cárcel”.
La inédita elección de delegado municipal en Puerto Morelos se llevó a cabo en paz, sin mayores problemas. No ganó el candidato de los promotores de la iniciativa, pero tampoco era su objetivo principal. La intención era fomentar un ejercicio democrático que fue ejemplar y, por lo mismo, fue adoptado en el resto de los municipios quintanarroenses.
Actualmente todos los delegados son electos en comicios que organizan los ayuntamientos y 31 años después de ese experimento democrático, que demostró la madurez de aquella pequeña comunidad, ahora Puerto Morelos está a punto de dar un nuevo paso: convertirse en municipio.
Aunque todavía pequeña, Puerto Morelos cuenta con una sociedad madura integrada por una importante comunidad científica, empresarios, ambientalistas, pescadores, taxistas y hasta ejidatarios que están aprovechando los recursos naturales de sus tierras, como los cenotes, para incorporarse a la actividad turística.
Sin embargo, más allá de la borrachera de alegría que provoca entre los portomorelenses la cercana conversión a municipio debe prevalecer la sensatez, para con objetividad analizar qué ocurrirá una vez que alcance tal estatus, pues los problemas no son pocos.
Más allá de la riqueza fiscal que recibirá –de más de $400 millones actualmente en recursos propios- y del potencial de desarrollo hotelero e inmobiliario, hoy Puerto Morelos presenta en su fisonomía urbana diferencias por las que se deben promover acciones para borrarlas.
La colonia Zetina Gazca y los desarrollos inmobiliarios de sus alrededores, así como Leona Vicario, deben ser objeto de grandes inversiones que permitan por lo menos igualar su equipamiento urbano con el que presume el casco viejo del puerto.
Y se puede lograr antes de que la zona siga creciendo, como se prevé, pues los recursos de los que dispondrá una vez erigido el nuevo municipio serán inmensamente mayores a los que tiene acceso actualmente.
Si hace más de 30 años Puerto Morelos fue ejemplo de lo que puede hacerse en materia democrática y de participación ciudadana, hoy también debe y puede ser el faro que guíe al estado hacia formas más sustentables de explotar los recursos naturales. Es cuestión de voluntad.
Platea
Como dicen por allí, ya entrados en gastos en el Congreso con el procedimiento para crear el municipio de Puerto Morelos, ¿Por qué no le cambian el nombre al ayuntamiento Benito Juárez?
A nivel nacional e internacional sólo se hace referencia a Cancún y no al municipio.
Cuando fue presidente municipal en el trienio 1993-96, Carlos Cardín Pérez hizo esa propuesta, aunque formalmente no llegó al Congreso. La idea era que el municipio se llamara Cancún de Juárez.
Siendo que con la creación del municipio de Puerto Morelos, Benito Juárez sólo será totalmente urbano al quedarse únicamente con Cancún y Bonfil, podría darse ese paso.
Correo: [email protected]
Twitter: @JulioCsarSilva