Apenas esta semana la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), o sus funcionarios, dieron una muestra de que por sí solos se encargan de despertar sospechas sobre la actuación de esa dependencia.
Luego de mandar a la cárcel a 16 personas, entre ellas 13 habitantes de Holbox donde hay fuertes intereses por desarrollar un polémico complejo turístico, hizo caso omiso a una denuncia de tala de mangle en la zona hotelera de Cancún, mismo delito por el que encarceló a los isleños, que fueron apresados en una espectacular operación que incluyó helicópteros, lanchas rápidas y vehículos terrestres de la Marina.
Como ocurrió recientemente en la Riviera Maya, donde el gobierno de Solidaridad tuvo que intervenir de manera precautoria ante la lentitud de la Profepa, en Cancún hizo lo mismo la Dirección de Ecología municipal.
Ni la alerta que enviaron a funcionarios de la Profepa empleados de la Comisión Nacional de Áreas Protegidas, que como la mencionada Procuraduría también forma parte de la Semarnat, sirvió para que las huestes de Ludivina Menchaca Arias se movilizaran con la celeridad y fuerza de Holbox. ¿Por qué? Solo ellos sabrán.
La Profepa tiene fama de privilegiar intereses, no solo de desarrolladores, si no de despachos dedicados a realizar trámites relacionados con permisos de tipo ambiental. Y no es nuevo.
El actual secretario de Gobierno, Gabriel Mendicuti Loría, vivió uno de esos episodios en los tiempos en que era directivo de una empresa fabricante de materiales para construcción.
En 1993 la mancha urbana de Cancún había llegado hasta la zona selvática donde el gobierno federal decretó una veda de 20 años, debido a los daños que sufrió por los incendios forestales de 1988.
Antes de lo previsto, la ciudad y los empresarios dedicados a la extracción de material pétreo se vieron sin reserva territorial, lo que fue un problema para dar cabida a nuevos habitantes y cumplir con la amplia demanda de materiales para la construcción.
En ambos casos con el paso del tiempo hubo solución, pero los empresarios vivieron el acoso de la Profepa, entonces en manos de Santiago Oñate Laborde, quien a la postre sin ser priista llegó a ser uno de tantos dirigentes que tuvo el PRI a lo largo del sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Una y otra vez las empresas dedicadas a la extracción de material pétreo y a la elaboración de materiales para construcción, como la que representaba en ese entonces Mendicuti Loría, se topaban con pared, a pesar de tramitar los permisos. No se sabía por qué, hasta que se aclaró el punto: para que les aprobaran los permisos tenían que hacer los trámites por medio del despacho de consultoría que les dijeran. Allí estaba el pequeño gran detalle.
¿Habrá cambiado eso en la Profepa?
Luneta
Ayer el gobernador Roberto Borge Angulo y el presidente municipal Paul Carrillo de Cáceres inauguraron el “parador fotográfico playa Delfines”, sin duda una acertada iniciativa que incrementará la promoción de ese espacio certificado con Blue Flag y de Cancún, en general. Es una acción que cobra relevancia, particularmente en estos tiempos en que está de moda que las personas se tomen fotografías en momentos o lugares emblemáticos, de las llamadas “selfies”, que se comparten con amigos, familiares o público en general.
El parador fotográfico playa Delfines es un nuevo atractivo y punto emblemático que fortalece la identidad turística de este polo vacacional.
De hecho, los cónsules, empresarios, visitantes y cancunenses que se encontraban en el momento de la inauguración coincidieron en que la administración municipal de la mano con los otros dos órdenes de gobierno trabaja de manera constante en mantener el atractivo de esta ciudad y seguir en la preferencia de los visitantes nacionales y extranjeros.
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