En 1994, en un foro que organizó el ayuntamiento por los 24 años de la fundación de Cancún, se planteó la necesidad de darle a la ciudad un nuevo plan de desarrollo urbano.
La propuesta se hizo apenas tres años después de que el Cabildo encabezado por Mario Villanueva Madrid aprobó la primera revisión al plan original que usó el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) para desarrollar este centro vacacional.
En aquella primera revisión se fijó en 30,000 el tope de cuarto hoteleros para Cancún. Ni más ni menos y se reconoció el fracaso de planes complementarios para convertir a Alfredo V. Bonfil y Lázaro Cárdenas en los principales abastecedores de insumos a la industria turística. Tampoco se logró que Puerto Morelos fuese la principal zona de desembarque de mercancías de importación y combustibles.
Hoy Lázaro Cárdenas mira hacia su propio norte, donde está Holbox, con toda la ambición que despierta; Bonfil importó campesinos de Coahuila y los convirtió en ricos empresarios inmobiliarios que fraccionaron sus parcelas, generaron una economía basada en la especulación de tierras y activaron una “bomba” de tiempo que en algún momento explotará.
Puerto Morelos, lejos de ser ese centro de desembarque que alguien imaginó, hoy tiene más cuartos de hotel que algunos destinos turísticos del Pacífico mexicano y su población aspira a la emancipación de Benito Juárez.
Hace 20 años, el tiempo que ya pasó desde el mencionado foro organizado por la administración de Carlos Cardín Pérez, Benito Juárez ya había desbordado su espacio físico y estaba ya sin opciones para la expansión.
Pero a partir de entonces no hubo intentos serios para definir el desarrollo futuro de la ciudad y los parches al Plan de Desarrollo Urbano fueron más bien para legalizar lo que creció o se construyó de manera irregular y permitir proyectos específicos cuyos permisos enriquecieron a quienes los expidieron.
Solamente hay que recordar que en algún momento el actual senador Jorge Emilio González Martínez se convirtió en el principal gestor de importantes empresarios ante la administración de Juan Ignacio García Zalvidea. Ello quedó documentado en llamadas telefónicas grabadas y difundidas por todos lados. Fueron aquellas que motivaron la expresión “me chamaquearon” con la que se hizo célebre el ex “Niño Verde”.
En las últimas semanas de la administración de Julián Ricalde Magaña, nuevamente se aprobó un plan de desarrollo urbano que respondía a intereses de diversos grupos empresariales divorciados del desarrollo sustentable.
Líderes empresariales y hoteleros apoyaron ese plan en el que se proponía como límite la construcción de 64,000 cuartos de hotel, casi el doble de lo que hay actualmente, sin tomar en cuenta los problemas que se generarían con la de por sí saturada infraestructura en la zona hotelera y centro de Cancún.
Quienes apoyaron esa propuesta, ahora critican el tope de 46,000 habitaciones que propone el anteproyecto del plan de desarrollo que a partir de este miércoles estará disponible para su revisión en una consulta pública de tres días.
Son demasiados, dicen. Vendrán a saturar, afirman quienes defendieron los 64,000 cuartos y edificios de 20 pisos en el Centro.
Con las observaciones y adecuaciones que haga la sociedad civil que participe en la consulta ciudadana debe completarse un documento como no se tiene desde hace casi 25 años. Uno que devuelva el orden, que establezca criterios claros sobre cómo y hacia dónde debe ir el desarrollo de esta ciudad.
El alcalde Paul Carrillo de Cáceres ha dicho que su compromiso es que el famoso PDU sea un instrumento que dé certeza y transparencia al desarrollo. No importa que sea 20 años después, pero el documento tendrá que responder a la pregunta que se hizo en aquel foro de 1994 ¿Hacia dónde vamos?
Platea
En aquel foro de 994 se dijo que el plan de desarrollo original estaba inconcluso, pues estaba pendiente Puerto Cancún, Malecón San Buenaventura y la tercera etapa de la zona hotelera. Veinte años después, Puerto Cancún sigue sin despegar, San Buenaventura fue rebautizado a Malecón Tajamar y sigue sin arrancar y la tercera etapa se convirtió en área de protección, al ser mangle en su mayor parte.
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