La aplicación de los husos horarios ha sido tema de debate desde hace muchos años en varios países y en Quintana Roo resurge luego de la decisión de desempolvar un proyecto para que la entidad tenga una hora distinta a la del centro del país.
Entre los principales argumentos se encuentran la necesidad de ajustar el horario de los vuelos entre Cancún y la costa Este de Estados Unidos, principal mercado de la industria turística regional y aprovechar el ahorro en el consumo de energía eléctrica que implicaría tener una hora más de sol en las tardes.
De hecho, justamente para ajustar el horario de trenes se propone y empieza a usar en Inglaterra a partir de 1879 una hora acordada y fue entonces cuando surgió el Greenwich Meridian Time (GMT), basado en la posición del sol.
Años más tarde, ya en el siglo 20, surge el denominado Tiempo Universal Acordado (UTC), que establece el huso de 24 zonas horarias basadas en la línea de internacional cambio de fecha ubicada en el Pacífico y que está 12 horas adelante del tiempo en el meridiano de Greenwich.
Incluso, la UTC es la que establece que la jornada diaria inicie a las cero horas, pues dado que el GMT está basado en la posición del sol es ilógico que se inicien labores al medio día.
Hace mucho tiempo que todos los países del mundo (incluyendo al Reino Unido) estuvieron de acuerdo con la idea de que los días no deben comenzar por el meridiano de Greenwich sino por la Línea correspondiente al meridiano de 180º. Sin embargo, aún en Inglaterra hay resistencia a ello.
Si se hiciera caso a la idea de que los horarios de 24 horas comienzan en el meridiano de Greenwich a las 0 horas de cada día tendríamos la paradoja de que las fechas cambiarían a las 12 del día, que sería la hora en ese momento en la línea internacional del cambio de fecha. Ello significaría que en Cancún, por ejemplo, (13 husos horarios después de la Línea internacional del cambio de fecha) comenzarían los días antes de que lo hicieran en el meridiano central del Océano Pacífico.
En síntesis, no hay un acuerdo sobre el concepto de husos horarios sobre el que esté todo mundo conforme. Incluso, defensores del GMT y de la UTC se dan la razón en algunos aspectos y se la quitan en otros, pero hay quienes dicen que es lógico que si los días comienzan en el meridiano 180, también las horas deben comenzar en el mismo (y de hecho así sucede en los horarios de 24 horas que hasta en Inglaterra se están usando cada vez más para evitar decir a. m. o p. m., algo que todavía se emplea mucho en los Estados Unidos y muchos países americanos).
Al margen de debates técnicos que muy pocos entendemos, los husos horarios son una convención artificial del tiempo creada por el ser humano para organizar su vida de manera concreta.
Y en ese sentido, en todos los países se ha establecido lo que se da en llamar la “hora legal”, con el que basados en la UTC establecen una “corrección” para compensar o recuperar el tiempo de sol que se pierde durante los meses de invierno, cuando la Tierra se aleja de la mayor de las estrellas y su movimiento de rotación se hace más rápido.
Tal como ocurre con el debate sobre si debemos estar referenciados en el GMT o en la UTC, en el caso de Quintana Roo tienen razón los dos bandos que polemizan sobre el establecimiento de una hora legal distinto al del centro del país, pero ninguno ha sido claro en sus conceptos.
El 15 de noviembre próximo la Cámara de Diputados debe avalar el proyecto que ya aprobó la de Senadores para que se de ese cambio, pero hasta ahora no se ha dicho cómo será. No se sabe si el llamado horario de verano permanecerá todo el año, que sería lo lógico o durante el invierno se aplicará ese y en el verano nos adelantaremos una hora más, lo que significarían 120 minutos de diferencia respecto al tiempo actual, que sería extremo.
Sin duda es necesario que Quintana Roo ajuste su horario para ganar más luz solar, pero éste debe hacerse solamente en los márgenes que establecen los criterios internacionales para “corregir” la iluminación que se deja de recibir en el invierno y no pretender ajustarlo, como hay la idea, a la costa este de Estados Unidos que nos llevaría a los extremos.
Así como no debemos estar totalmente a oscuras a las 17:30, tampoco debemos tener sol a las 19:30. Quienes se oponen, principalmente en el sur del estado, tienen razón en su postura, porque debido a su posición geográfica en esa parte del estado tienen más tiempo de sol que en el norte.
Sin embargo, como en otros países y otros aspectos de la vida pública, debe privilegiarse el interés común, pero tampoco debe generarse la idea de que no se comete una imposición.
Quienes promueven el proyecto tienen la obligación de difundir, explicar ampliamente un tema complicado que se presta a confusiones y, sobre todo, de convencer. Los empresarios del norte del estado, principales promoventes, tienen suficientes recursos para ello. Las instituciones los están apoyando, ellos deben hacer lo propio apuntalando en las explicaciones pertinentes.
Que inviertan para obtener los beneficios que buscan y que expliquen bien. El argumento no debe estar en el supuesto ahorro en el consumo de energía eléctrica, porque es un tema muy sensible, sobre todo porque puede consumirse menos, pero pagar más por las tarifas estacionales que aplica la Comisión Federal de Electricidad. Por allí no podrán vender su producto, cuestión de mercadotecnia que se supone dominan muy bien los empresarios.
La explicación está en los beneficios para la economía en general. Una hora más de sol implica que las zonas arqueológicas, los parques, el museo subacuático estén abiertos más allá de las 17 horas con la consecuente derrama en mayor consumo y propinas que los del norte pueden ir a gastar al sur.
Fortalecer la economía quintanarroense debe ser objetivo común, de norteños y sureños, no factor de división como está ocurriendo.
El establecimiento de ese nuevo huso horario tiene que hacerse bien, de manera seria, para no caer en la pachanga que se vivió en el gobierno de Mario Villanueva Madrid, que un día dijo que el adelanto de una hora estaba avalada por el 60% de la población y al otro retrocedió porque otra encuesta le dijo que el 90% ya estaba en contra.
De allí la importancia de que convenza y no se imponga.
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