Una nueva “gran erupción” volcánica se detectó en Tonga, informó ayer una estación de monitoreo con sede en Darwin, Australia, un día después de otra erupción que provocó tsunami y oleje anómalo en varios países del Pacífico.
La última erupción fue detectada a las 22:10 GMT, según una alerta del Darwin Volcanic Ash Advisory Centre. El Centro de Alertas de Tsunami del Pacífico dijo que identificó olas grandes que “podrían ser de otra explosión del volcán Tonga”.
La capital de Tonga sufrió daños importantes el sábado por el tsunami causado por la potente erupción, que afectó el oleaje en Perú, donde murieron dos personas ahogadas, informó el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional local.
La violenta erupción dejó a Tonga cubierto de una densa capa de ceniza, con la apariencia de un “paisaje lunar”.
La nación polinésica quedó sin suministro eléctrico, comunicaciones ni agua corriente, indicó la prensa neozelandesa.
Se calcula que unas 80 mil personas —en un país de 105 mil habitantes— podrían estar afectadas por la erupción y el posterior tsunami, dijo un portavoz de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
El jefe de la diplomacia estadunidense, Antony Blinken, aseguró que su país “está preparado para brindar apoyo”. Por su parte, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó que la institución estaba “dispuesta a suministrar ayuda a la gente afectada”.
DIÓXIDO DE AZUFRE LLEGA A MÉXICO; DESCARTAN ALERTA
Después de la violenta erupción del volcán submarino Hunga Tonga en el Pacífico Sur, una extensa columna de dióxido de azufre (SO2) empezó a llegar a México y al resto del mundo, como se puede constatar a través de imágenes satelitales de Copernicus, que es el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea.
De acuerdo con el mapa de emisiones consultado por Excélsior, la pluma de S02 se encuentra desplazándose desde Baja California Sur hacia abajo del territorio nacional del lado del océano Pacífico, con mayor concentración en los estados de Jalisco, Nayarit, Guanajuato y Querétaro, viajando hacia la región central en el Estado de México y la Ciudad de México.
Según la ciencia, los volcanes son la fuente natural de emisiones de dióxido de azufre, que es un gas corrosivo que combinado con el vapor de agua presente en la atmósfera produce lluvia ácida.
En México, las termoeléctricas que utilizan combustóleo generan grandes concentraciones de dióxido de azufre, que salen a la atmósfera convertidas en partículas suspendidas PM10 y PM2.5.
El SO2 es un gas tóxico que, en grandes cantidades durante periodos cortos, puede irritar el tracto respiratorio, causar reacciones asmáticas, espasmos reflejos, parada respiratoria y congestionar los conductos bronquiales.
Según Copernicus, no hay de qué alarmarse, ya que regularmente el SO2 que llega a la superficie de la Tierra como efecto de una erupción volcánica, es en niveles muy bajos.
En Twitter, el doctor Simon Carn, reconocido vulcanólogo de la Universidad de Michigan, informó que las emisiones de dióxido de azufre de Hunga Tonga “viajaron hacia el oeste y la mayor parte del gas se encuentra en la estratosfera”.
CRISIS CLIMÁTICA
La erupción en Tonga, equivalente a un sismo de magnitud 5.8 en superficie, que a su vez provocó un tsunami, podría ayudar a combatir el cambio climático, debido a que las emisiones volcánicas que llegan a la estratósfera pueden generar un enfriamiento en las temperaturas globales.
La ciencia establece que el despertar de los grandes volcanes podrían tener un efecto refrigerante para el planeta.
“Los gases de SO2 aumentan la reflexión de la radiación del Sol de regreso al espacio, enfriando la atmósfera inferior o la troposfera de la Tierra”, explicó Mark Parrington, experto del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus.