Empezamos con la pregunta ¿por qué las mujeres eluden el poder? Y en la búsqueda de esa respuesta llegan muchas más preguntas al poner sobre la mesa la conducta política de las militantes del Partido Revolucionario Institucional.
En medio del jaloneo y división por la que atraviesa el PRI no se ha escuchado algún pronunciamiento de aquellas damas tricolores que hasta hace menos de un año no les alcanzaba la voz para lanzar porras, el tiempo era corto para “operar” el rojo lo traían hasta en las uñas y que en cualquier red social subrayaban “ni me cambio ni me rajo”.
A ninguna de ellas se les ve con nitidez elevando la voz por su partido y en representación de las mujeres fijando una postura, incluso alzando la mano para tomar al partido. Solo se les ve a unas cuantas como damas de compañía por aquello de hacer más bola en lugar de tomar las riendas de su partido.
Para qué tanta lucha y exclamación de que les fuera reconocida su participación en la política y fueran participes de las decisiones al interior del PRI y llamarse pioneras de la paridad, si en ligas menores se hacen pequeñitas, algunas con frustraciones silenciadas que ceden de vez cuando a negociar.
Cuánta vanidad se respira que le da amplia cabida a la confrontación entre el género femenino que no les permite generar maniobras y tácticas de rescate para el futuro priista, evidenciando que no hay un proyecto común, que son incapaces de negociar y responder a las nuevas necesidades de su partido y con valentía política afrontar un cambio real, que militan desconectadas de la realidad.
En definitiva, la política no se logra habiendo más mujeres en puestos de responsabilidad en los partidos sino siendo firmes en la toma de decisiones en conjunto y acuerdo común.
De nada sirve poner como portavoces a mujeres si estas no tienen la entereza de tomar las riendas quedando como espectadoras y recibiendo las migajas de la equidad.
En el ojo del huracán
Como operativo “limpieza” se han hecho cambios en las delegaciones federales asentadas en Quintana Roo, si bien es sabido que por naturalidad e intereses quienes ocupan la titularidad de las mismas deben ser rotados en algún momento; pareciera que lo que tenga aroma de –antaño- deben cortarle la cabeza.
Lo usual es que estos puestos fueran ocupados por quintanarroenses e incluso por priistas pero ha trascendido que en breve serán dirigidos por foráneos.
Una vez más queda la tibieza de la dirigencia del Revolucionario Institucional estatal y nacional para defender los pocos espacios en la administración pública federal asentados en Quintana Roo o tal vez estos ya fueron negociados y pactados en otros colores partidistas.
Lo que las copetudas cuentan
Algunos miembros del gabinete siguen con la brújula equivocada, sin conciliar, unificar y escuchar y por el contrario actúan con prepotencia y dictadura cobijados por otros jefes que dicen tener la manga ancha y abundante confianza del ejecutivo del Estado para la toma de decisiones, incluso hasta aplicar la guillotina si es necesario.
No confundan esa libertad con abuso ni comprometan al gobernador en situaciones y palabras que él no ha puesto en su boca y que seguramente ni enterado está. COMO DIJERA LA TIA JOVITA “lo que haces en la administración pública en ella misma lo pagas”.
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