El Atlante, en deuda con Quintana Roo

El Atlante, en deuda con Quintana Roo


Lourdes Cruz Sosa

 

¡Qué lejos quedaron los tiempos en los que tenían la sartén por el mango!

Sin duda la mudanza del Atlante a Cancún fue una noticia que en su momento dejó con la boca abierta a más de uno y hasta no ver a los jugadores en la cancha del Andrés Quintana Roo no dejó de verse como un sueño guajiro en muchos sectores.

Los años de gloria y de grandeza que vivió el equipo tras su llegada nunca pudieron borrar el recuerdo de la pista de tartán a la que dejaron de acceder cientos de atletas cancunenses cuando el Atlante la convirtió en una zona privada.

Por más que los directivos movieron cielo, mar y tierra para cambiar los horarios de los partidos con la esperanza de que los trabajadores turísticos pudieran llenar el estadio no lo lograron. Nunca entendieron la dinámica de las temporadas bajas, los precios de los boletos fueron subiendo y más cuando llegaban los  equipos llenadores como las Águilas del América, Los Pumas de la Unam, las Chivas del Guadalajara y los cementeros del Cruz Azul.

El resultado era muy notorio porque en las gradas siempre se reflejaba el apoyo al equipo visitante y no al de casa.

Las escuelas de formación son punto y aparte, hay tantas y tantas historias detrás de ellas que nos llevaría horas contarlas en este reducido espacio, lo que ha pasado con ellas está a la vista, son invisibles, están neutralizadas, como si nunca hubieran existido.

El llamado equipo del pueblo prefirió irse a las zonas más exclusivas de Cancún en lugar de ir al barrio donde realmente hacen falta y de donde han salido talentos deportivos tan grandes como el mismo Carlos Vela.

Hace unos días mi hijo llegó muy emocionado porque le dijeron en la escuela que iban a ir jugadores del Atlante. Mi primera reacción fue de incredulidad: ¿Estás seguro? yo creo que te equivocaste, deben ser de Los Tigres, el de béisbol, ellos sí van a las escuelas con el tigre “Chacho”.

Convencida de que mi hijo estaba en un error lo mandamos al día siguiente con todo lo que nos encontramos a la mano de Los Tigres de Quintana Roo para que le dieran los autógrafos, como han de suponer, en cuanto dejé a mi hijo en la puerta de la escuela la directora me preguntó muy amablemente si le había dado “algo” del Atlante.

A la hora de la salida recibí a un niño de 9 años sumamente emocionado y con dos boletos en la mano: ¡Me dieron dos boletos VIP para ir al partido!

A su corta edad he de confesar que es el más atlantista que conozco, lloró cuando el “Hobit” salió del Atlante y lo encaró para decirle “ya no eres mi amigo, te fuiste al América”. Pero la cosa no paró ahí, el cariño de mi hijo por el equipo que conoce desde que nació lo llevó a establecer uno de los lineamientos familiares “en ésta casa se le va al Atlante”.

La tarea pendiente que tiene el Atlante con su afición no la tiene nada fácil y tristemente me parece que todavía no termina de caerle el veinte a sus propios directivos, no cuando se presentan en chanclas a un evento oficial donde se dan a conocer los nuevos uniformes. Está bien que vivamos en un destino turístico, y que las chanclas sean parte del look playero, pero la afición y el mismo equipo con todo y sus 100 años de tradición merecen un poquito más de respeto.

Esta noche tengo una cita programada, después de casi dos años mi hijo pidió ir al estadio a ver a su Atlante jugar frente a los Alebrijes y ya me advirtió que no puedo faltar, es el equipo de la familia.

Dicen que cuando se toca fondo la única alternativa es ir para arriba, así que daré un voto de confianza al equipo que hoy logra llevar de nuevo al estadio a un aficionado que ya estaba perdiendo, ojalá este equipo logre enderezar la brújula y apuntarla a las colonias populares de Cancún, a las canchas de tierra donde hay muchos Carlos Vela esperando su momento.

Ojalá se animen a tener un mejor programa de acercamiento en las escuelas, se vale imitar cuando es algo bueno, tristemente Quintana Roo tiene los mayores índices de obesidad infantil en el país, si los Tigres tienen un programa de fomento a la lectura, por qué no se animan a impulsar uno de fomento al deporte???

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