En los próximos 35 años en México podría aumentar a dos grados la temperatura promedio y de ocurrir sería porque el planeta se habrá quedado completamente sin hielo, advirtió la doctora Blanca Emma Mendoza Ortega, investigadora del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Expertos en cambio climático se reunieron recientemente en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), en La Paz, Baja California Sur, para discutir la situación actual y futura en esa materia, según dio a conocer la agencia informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT).
Después de realizar tres modelos de predicción a futuro con emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) reducidas, moderadas y extremas, los especialistas concluyeron que la temperatura del medio ambiente mexicano aumentaría dos grados para 2050. Los estudios realizados por expertos están basados en cuantificaciones y revelaron que eso ocurrirá dentro del primer escenario, considerado el más optimista para nuestro país.
“La situación preocupa porque ya tenemos el problema encima desde hace tiempo y cuando hablan de implementar políticas para contrarrestarlo, no sé si vaya a dar tiempo de lograrlo en los 35 años que faltan”, expuso Blanca Mendoza.
Al participar en la mesa temática sobre cambio climático titulada “Lo que va a cambiar de su mundo: Resultados del IPCC”, la doctora Mendoza Ortega añadió que la enorme cantidad de bióxido de carbono enviada a la atmósfera es absorbida por el mar y está causando un impacto terrible en todo el ecosistema marino.
“El mar es el gran reservorio y modulador de temperatura del planeta y ya se ha comprobado que hay un aumento en los primeros 700 metros de la superficie y, de continuar, los daños en todo el ecosistema serán mayores debido a la alteración de las corrientes marinas”, reiteró la especialista.
Es por ello que el cambio climático representa actualmente un gran peligro para la supervivencia de la humanidad, expresó la investigadora.
En tanto, la doctora Amparo Martínez Arroyo, directora General del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC), recordó que la temperatura ha aumentado hasta .75 grados centígrados desde inicios de la Revolución Industrial.
Comentó que los cambios efectuados van más allá de la variabilidad natural o climática observada a lo largo de los siglos, sobre todo en los últimos 400 mil años, y la actividad humana es responsable de generar cada vez más rápido y a gran escala la concentración de calor.
“Los sistemas naturales son incapaces de absorber a la misma velocidad las sustancias que colocamos en la atmósfera, por eso aumenta la concentración de los GEI -metano, óxidos de nitrógeno y dióxido de carbono- que atrapan el calor al emitir radiación al planeta”.
Es por ello que los mares, los vientos, la energía solar, los polos y las partes que reflejan la luz juegan un papel muy importante, al determinar la cantidad de temperatura en el mundo.
Martínez Arroyo resaltó que México tiene mayor vulnerabilidad al estar situado entre dos sistemas oceánicos, y el incremento de energía formará más huracanes intensos, aunado a la inundación de zonas costeras, en donde ya son más frecuentes.
“El problema es que ya teníamos una crisis muy severa con una cantidad de recursos deteriorados y mal utilizados, y por eso debemos trabajar para mejorar las condiciones existentes y atacar los puntos más vulnerables porque estamos haciendo una construcción social del desastre”, expresó.
Al respecto, Antonina Ivanova Boncheva, profesora e investigadora de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, indicó que los efectos del cambio climático son una fuerte limitante al crecimiento económico e impiden el logro de un desarrollo sostenible de nuestro país, ya que afectan a todos los sectores de la economía.
Dijo que esta situación podría causar más daños, por ejemplo, las sequías y la cantidad de precipitaciones aumentarán en los próximos años y, por tanto, la producción de maíz, trigo y arroz disminuirá entre cinco y nueve por ciento. De ahí, la importancia de realizar estudios para tener variedades más resistentes a los cambios climáticos.
Alertó que en México, además de los daños irreversibles en las zonas costeras, los incendios forestales y el estrés hídrico, la industria turística ya está sufriendo los impactos del cambio climático y se prevé que algunas playas puedan inundarse en unos 20 o 30 años por la elevación del nivel del mar.
A su vez, Blanca Emma Mendoza Ortega, científica del Instituto de Geofísica de la UNAM, añadió que el nivel del mar ha aumentado en 19 centímetros desde principios del Siglo XX y en 2100 podría incrementar hasta un metro promedio de altura.
Lo anterior, apuntó, es consecuencia del derretimiento permanente de los hielos del Ártico y otro tanto del Antártico en el hemisferio norte, donde está concentrada en mayor cantidad la actividad antropogénica y por el calentamiento del océano.
Advirtió que el problema radica en el uso de energías fósiles con las que se mueve la civilización. “Estamos en el mejor momento para dar el salto y emplear fuentes alternas, además de implementar nuevas tecnologías para disminuir los daños”, puntualizó.
Por su parte, Salvador E. Lluch Cota, investigador del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR), enfatizó que las regiones de latitudes altas, como el Atlántico Norte y el Golfo de California, son las más afectadas con las altas temperaturas al causar cambios significativos en el hábitat disponible para algunas especies.
Mencionó que algunos ecosistemas son especialmente frágiles, por ejemplo, los corales –que son comunidades complejas con gran riqueza biológica y ecológica–, están localizados en los mares tropicales con alta salinidad, donde existe buena iluminación y escasa turbidez y dependen de olas y corrientes que arrastren el plancton.
Los cambios más drásticos se han observado en esa última especie que ha tenido mayor desplazamiento latitudinal hacia el norte. “Las tasas de movimiento están al orden de 10 kilómetros por década y los recursos están expuestos a diferentes repercusiones climáticas”, acentuó.
Lluch Cota argumentó que la falta de mecanismos para medir y conocer la composición atmosférica y la química del mar en relación a la acidez del agua y el CO2, causa mayor incertidumbre en México.
Finalmente, los especialistas coincidieron en la necesidad de diseñar políticas públicas que permitan reducir los impactos económicos del cambio climático y adaptar la economía y la sociedad a dicho fenómeno.
“La situación requiere de tomar decisiones importantes basadas en el conocimiento científico y la información generada por especialistas en la materia, ya que la ignorancia también representa una vulnerabilidad”, acotaron.
Ello podrá lograrse a través del trabajo conjunto de la llamada triple hélice: industria, gobierno y la academia, concluyeron.