El erizo y la zorra

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El erizo y la zorra


 Por Rodrigo Navarro

Un hombre tenía dos hijos gemelos que eran opuestos en carácter, uno muy optimista y el otro muy pesimista. Un amigo le aconsejó que para balancearlos el día de su cumpleaños le regalara al optimista un regalo horrible y al pesimista uno fabuloso. Tal vez así equilibraría su estado de ánimo pensó el afligido padre.

El día de la celebración el padre hizo salir a sus hijos y encontraron un par de cajas de gran tamaño. El hijo pesimista al abrirlo encontró una motocicleta en el interior y le reclamó al padre, ¡Tú lo que quieres es que me mate!

El optimista encontró una caja con excremento de caballo y lo celebró jubiloso. Su hermano pesimista le reclamó, ¿De qué te alegras estúpido, te están regalando mierda? A lo que el hermano optimista respondió, si aquí está el excremento es que mi padre me ha regalado un caballo.

Esta es la Fábula de los Gemelos generalmente sirve para ejemplificar como el pensamiento catastrofista es utilizado para decretar un estado de ánimo negativo que causa  insomnios, problemas de ansiedad y de concentración que terminan produciendo depresión. Es el tipo de pensamiento de la gente hipocondriaca, los celosos patológicos y quienes se dejan llevar por sus miedos para ofrecer tan solo algunos ejemplos.

Estoy leyendo El Erizo y La zorra (1953 reeditado en 1980 en español) de Isaiah Berlin, pensador liberal, el teórico por excelencia sobre ideas políticas y sociedad. De origen judío, nacido en  Letonia, Rusia (1905-1997) a los diez años emigró debido a la revolución bolchevique a Inglaterra y fue educado en Oxford gracias a una beca, en donde murió tras una fructífera vida como académico. Fue presidente de la Academia Británica (la academia nacional de ciencias y humanidades) entre 1974 y 1978. Tiene un prólogo del Premio Nóbel Mario Vargas Llosa que por sí solo vale el libro

El título de ensayo viene de una estrofa griega de Arquíloco (650 A.C.) con ínfulas de fábula, “El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una muy importante”. Al parecer la frase se la dio Lord Oxford antes de la 2ª guerra mundial, ya que Berlín era mal visto en los círculos académicos por su predisposición a la vida frívola y bohemia. “Era una distinción que encarnaba la incompatibilidad última entre tipos de personalidad artística y de moral de la vida creadora” escribe su biógrafo Michael Ignatieff.

Berlín recuperaría, en un ensayo sobre la Guerra y La Paz de León Tolstoi al terminar la guerra, esa distinción elemental y provocativa “porque parecía captar la fisura entre su talento novelístico, el del zorro, para transmitir los detalles más sutiles de la vida humana, y su búsqueda, de erizo, de una teoría omnicomprensiva sobre la existencia humana”.

Isaiah Berlín era al igual que Tolstoi una zorra que anhelaba ser erizo a decir del matemático ingles Harold Hardy de Cambridge. En el ensayo Berlín dice que hay dos clases de pensadores: aquellos que poseen una visión central sistematizada, un principio ordenado en función del cual todo tiene sentido y se ensamblan los acontecimientos históricos, los sucesos sociales e individuales (el erizo).

Y aquellos que tienen una visón dispersa y múltiple de la realidad, que no integran lo que existe dentro de una explicación u orden coherente pues perciben al mundo como una compleja diversidad en la que, aunque los hechos o fenómenos particulares gocen de sentido y coherencia, el todo es tumultuoso, contradictorio, impensable (la zorra).

La primera es una visión centrípeta. La segunda es centrífuga. Dante, Platón, Hegel, Dostoievski, Nietzsche, Proust, fueron, según Isaiah Berlín, erizos. Y zorras: Shakespeare, Aristóteles, Montaigne, Moliere, Goethe, Balzac, Joyce.” (p. 22)

“El profesor Berlín creía apasionadamente en las ideas, escribe MVLL, y en las influencias que estas tienen en los individuos y en la sociedad. Pero por igual, como buen pragmático, es consciente de la brecha que se crea entre las ideas y las palabras que suelen expresarlas y entre estas lo hechos que suelen materializarse”.

MVLL cree que en el mundo de la política abundan los erizos porque ese enfoque simplificador que da unidad a la realidad confusa produce dividendos políticos: Merkel que cree que los problemas económicos del mundo se arreglaran con austeridad; y por otro horizonte opuesto, los chavistas en Venezuela creen que los imperialistas en EU son los causantes de todo el mal y el bien lo produce el enfoque bolivariano. Este enfoque vende certidumbre a sus electores.

Esta es una idea aristotélica que viene en la Ética a Nicómaco (S. VI A.C.), el primer tratado sobre ética: “Concluyamos pues que el bien nos es una cosa común que se pueda comprender bajo una sola y única Idea.” (p. 72) Al principio de la obra Aristóteles se pregunta ¿Qué bien es el objeto de todos los fines? La verdad es al final el único bien ante el cual todos los demás parecen incompletos. Habría que leer y releer a los Clásicos, sobre todo los jóvenes.

“Añadid a esto que la opinión de un mismo individuo varía muchas veces sobre este punto; enfermo, cree que la felicidad es la salud; pobre, que es la riqueza; o bien cuando uno tiene conciencia de su ignorancia, se limita a admirar a los que hablan de la felicidad en términos pomposos y trazan de ella una imagen superior a la que aquél se había formado.” (p. 66)

La realidad es un fantasma imposible de asir con un enfoque único. Vargas Llosa señala acertadamente que en todo erizo hay un fanático y en toda zorra un escéptico. Berlín dista de ser un erizo y pretender que andemos por ahí etiquetando a la gente como “erizo” o “zorra” nunca es el objetivo de su ensayo.

“En las artes y la literatura, en cambio, las zorras son más numerosas; no así en las ciencias, donde éstas son minoría.” Escribe MVLL en el prólogo titulado Un filósofo discreto.

El prestigioso economista Tim Harford ha investigado por veinte años a quienes hacen pronósticos en las ciencias sociales. En Diciembre de 2011 el Financial Times publicaba un artículo suyo titulado, De zorras y erizos, el arte del pronóstico financiero. Y es pertinente porque ahora las finanzas son nuestra Biblia.

“El Sr. Tetlock encontró una forma de dividir a sus expertos en una forma correlacionada con su peor o menor habilidad para el pronóstico: según el ‘estilo cognitivo’. Refiriéndose a un ensayo de Isaiah Berlín, y antes que él, al griego Arquíloco, el Sr. Tetlock señala a los ‘erizos’, gente que ve el mundo a través de los lentes de una idea única, lógica y poderosa. Estos se convierten en malos pronosticadores. Mejor es la gente intelectualmente dubitativa y que se cuestiona a sí misma. Estos son llamados, por supuesto, ‘zorras’.” Nate Silver retomó la idea en The Economist diez meses después.

Muchas veces quienes defendemos el pensamiento liberal caemos en simplificaciones y visiones unitarias, muchas veces dogmáticas, siendo importante evitar convertirnos en “erizos”. Cuando hacemos eso somos propensos al mismo error de la mente totalitaria, esencialmente reduccionista y fatalmente arrogante.

En ese estudio sobre la libertad, Vargas Llosa menciona los conceptos de libertad “negativa” y “positiva” construidos por Berlín.  Ese tema es la idea contenida en otro ensayo de Berlín que Vargas Llosa no menciona, Dos conceptos de libertad y otros escritos (Traducción de Ángel Rivero. Alianza Editorial, 2010).

La libertad negativa pregunta en qué espacio el individuo puede moverse; la libertad positiva pregunta ¿Quién me gobierna? El primer concepto dice MVLL es un concepto más individual que social y en el segundo tipo, uno es libre si lo es con los otros y quiere sobre todo limitar la autoridad. El problema, dice Berlín en su ensayo, es cuando el individuo asume que hay entes más racionales (o inteligentes o que simplemente siempre se salen con la suya y no puedo cambiar nada) que pueden elegir por él.

Cuando un “sabio”, político o tecnócrata cree conocer qué fines son los correspondientes a la auténtica libertad. Hay un peligro: el erizo liberal tiende a ver la libertad bajo el cristal positivo y la zorra se adapta al pluralismo bajo el cristal de libertad negativo. Una muy interesante contradicción. Un excelente libro para reflexionar en estos tiempos de profunda crisis en nuestro país.

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